Por: Juan Carlos Naranjo
A la fiesta tradicional Santa Elena, de la zona marítimo-portuaria de Casilda, en este municipio de Trinidad, van muchos en busca del disfrute. Las competencias marítimas distinguen esta cita estival que la tradición colocó los días 17 y 18 de agosto de cada año.
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Entonces, el litoral del pintoresco pueblito de Casilda deviene escenario para alegrar el espíritu con lo que allí se hace: competiciones de natación, cucañas, y hasta juro haber visto más de una vez, embarcaciones engalanadas merodeando la bahía.
Es una fiesta de mar. Es una fiesta de tierra adentro. Unos montan a caballo, otros bailan al compás de la música. Y casi todos buscan “empinar el codo”. Para ser más exacto, buscan beber un trago de más.
La fiesta marítima Santa Elena es un arcoíris a pleno sol. Dicen los más viejos que el Astro Rey no quemaba como ahora. Dicen también que se hacía esto o aquello. Viejas fotos, casi borradas por el tiempo dan fe. Yo apuesto por la tradición con aires de modernidad.
Hoy la iglesia que da nombre al jolgorio ya no está. Sin embargo, la bendición del templo en 1849 dio inicio a la festividad. El 18 en la mañana, los creyentes asisten a la misa dedicada a la santa patrona de Casilda. Lo valioso es eso, que estén las raíces, la identidad.
Y es que los lugareños pasaron el susto de ver casi extinta la celebración, un susto que por años los mantuvo en vilo. En 1966 se interrumpió la cita. La creación del Consejo Popular Casilda, en 1990, devolvió la tranquilidad a casildeños y visitantes. Se reiniciaron los festejos.
Santa Elena es la fiesta popular veraniega, el jolgorio de salitre y sol, el amasijo de propuesta que abraza al casildeño que está y al que vive lejos y vuelve para encontrarse con los suyos.
Santa Elena es la manera cubana de reírle a la vida, de confirmar, a fuerza de bailes y melodías, que del Caribe somos.