Por: Joaquín Gómez Serra
Este lunes es un día inolvidable para Sancti Spíritus. Me vienen a la mente aquellas calles de la tierra del Yayabo, cuando hace tres años, pasó el féretro del Comandante en Jefe en su viaje a la posteridad. Hombres, niños, mujeres, jóvenes, y atletas del movimiento deportivo espirituano, llorábamos en ese último adiós a ese hombre, que un día dijo basta y echó a andar.
Parece mentira, pero es una realidad. Sucedió inevitablemente. Cuba, Sancti Spíritus y el deporte ya no tienen a Fidel físicamente, y por eso, los corazones de todos se encogen ante la triste realidad.
El sobrecogimiento fue tal que el silencio, la quietud, el duelo, colmó por días las ciudades y pueblos de la nación.
Ningún estrato ni sector social escapó de la conmoción, pues el artífice de nuestro proyecto revolucionario se marchó a vivir en la dimensión de la eternidad, que implica siempre tristeza y lejanía.
El movimiento deportivo cubano, nacido genuinamente tras el grito de victoria de enero de 1959, le dijo HASTA SIEMPRE a su capitán al mando. Hace tres años que la tierra del Yayabo y el deporte despidió al estratega que hizo realidad dos promesas insoslayables, entre tantas: que el deporte sería un derecho del pueblo, y que lo llevaríamos tan lejos como fuera posible.
La obra que emanó de ese pensamiento superó todas las expectativas, y fue edificada con una estatura moral impresionante. Los hombres y mujeres que aquel primero de enero comenzaron a fundar la nueva época no podían concebir que este pequeño y pobre país se convirtiera en una potencia deportiva mundial.
Fidel demostró capacidad para soñar, comprometer y crear, y por su convicción de que lo más importante no era la riqueza, sino la voluntad de los seres humanos para hacer cosas grandiosas.
Fidel fue un líder inmerso en sus sueños, pero tuvo el valor y la inteligencia para hacer realidad la mayoría de ellos. ¿Cuántas veces, en los primeros años de la Revolución, habría imaginado a jóvenes humildes cosechando triunfos para la patria? Quizás hasta viajó al futuro y vio con claridad que Cuba sería una tierra de campeones.
Confiaba en que el proceso revolucionario daría a luz figuras legendarias como los espirituanos Eglys de la Cruz Farfán, Serguei Torres, Yosvani Vietía, Osniel Melgarejo, Adrián Goide, Frederich Cepeda, entre tantos otros.
Y es que si el Programa del Moncada debía conducir a la forja de un país con amplio desarrollo social y respeto a la condición humana, el ideario de Fidel Castro sobre el deporte garantizaría triunfos, alegrías y un notable reconocimiento internacional. Su pensamiento fue llevado a la práctica, demostró ser exitoso y conservará absoluto valor.
Hoy, más que nunca su pensamiento y su legado, guían el camino y el futuro de todos los cubanos, que un día nacimos con esta Revolución, que nos formó y nos enseñó el camino seguro para vencer y nunca ser vencidos.
Comandante las calles de Sancti Spíritus vibraron tras el paso de su féretro, y como guía y padre de nuestra Revolución, una lágrima nuevamente brotará para decirle HASTA SIEMPRE COMANDANTE, los agradecidos de esta tierra yayabera siempre vivirán y lucharán por su obra, la cual es siempre y será imperecedera.