Por: José Rafael Gómez Reguera
Una fecha como esta del 14 de febrero, Día de los Enamorados o Día de San Valentín, también denominado Día del Amor y la Amistad, no pasa por alto en casi ningún lugar del planeta. En Cuba, pese a todas las dificultades, no se deja de festejar tanto en zonas urbanas como rurales, como sucede en Trinidad, un territorio apegado a sus tradiciones y costumbres.
Las propuestas son diversas, con incidencia en lo cultural y las ofertas gastronómicas, porque cada cual quiere hacer, de este, un día especial. O quizás una noche especial, porque no se dejan de atender las labores cotidianas en el hogar o en las ocupaciones laborales de cada cual, a veces complejas y hasta extenuantes.
Sin embargo, las limitaciones de estos tiempos no pueden obviarse, y muchas veces se agradece lo sencillo de un gesto en vez de incurrir en grandes gastos. Lo importante es el sentimiento, la pasión. Eso es lo que decide.
Centros de estudio y de trabajo no se quedan atrás. Cada cual a su nivel, incluso con la ingenuidad de los primeros años escolares, donde cualquier obsequio, por simple que sea, va formando el carácter de niños y niñas, fortaleciendo lazos amistosos, dando rienda suelta a la alegría.