Ante la COVID-19, en Trinidad, manos y corazones juntos en esta batalla por la vida

Raúl Turiño campesino de la UBPC Frank País que donó sus primeras producciones de mango para el centro de aislamiento de Trinidad. Foto: Ana Martha Panadés.
Raúl Turiño campesino de la UBPC Frank País que donó sus primeras producciones de mango para el centro de aislamiento de Trinidad. Foto: Ana Martha Panadés.

Por: Ana Martha Panadés Rodríguez

Mientras los médicos y enfermeros en la llamada zona roja se enfrentan al dolor y la muerte, en el corazón de las cubanas y cubanos agradecidos se juntan los más hermosos sentimientos para aportar lo que pueden, y a veces un poco más, en la lucha contra una enfermedad que hoy hace naufragar no pocos paradigmas del mundo desarrollado.

CUBA ANTE LA COVID-19 (I) (II) (III)

La certeza la confirmo una vez más gracias a una profesión que descubre hazañas en medio de lo cotidiano, en la búsqueda de esos otros héroes anónimos que no llevan batas ni gafas protectoras, pero también les late el corazón en el medio del pecho, como a Zenaida Castellano de la Paz y Raúl Turiño, campesinos de la Unidad Básica de Producción Cooperativa (UBPC) Frank País García de este municipio espirituano de Trinidad quienes ya encuentran su lugar en esta batalla para vencer a la COVID-19.

«Hace días queríamos dar nuestro aporte -revela ella- y pensamos en la producción de mango, uno de nuestros renglones fundamentales; estaba sentada escogiendo arroz y se me ocurrió la idea: «Titi  vamos a entregar nuestras frutas al centro de aislamiento y reforzar la alimentación de estas personas– le comentó al esposo.

Raúl no vaciló en secundar la idea: «Es un gesto de solidaridad, en apoyo a la situación que está atravesando el país, todos tenemos que poner de nuestra parte y el que pueda aportar algo que lo haga”.

«Yo tengo carneros, huevos, algunas gallinas, tomate, plátano, en fin todo lo que cosechamos con mucho amor y sacrificio, estoy dispuesto a donarlo;  no es porque tenga más dinero ni menos que nadie, es que me nace ayudar en momentos como estos«.

Y le brillan los ojos a Zenaida, la esposa de tantos años. Ella, según confiesa, no sabe cocer ni tampoco le gusta cocinar, pero ama las flores y se siente feliz por ayudar a otras personas: «estoy orgullosa de ser cubana, campesina y mujer”.

«En la unión está la fuerza, si todos damos un poco de lo que tenemos podemos vencer esta pandemia; yo pienso en los más vulnerables, los niños, los ancianos; vamos a aportar lo que se produzca en nuestra finca y, aunque la seca nos está afectando, lo que se produzca queremos compartirlo con esas personas que necesitan alimentarse bien«.

Junto a su esposa y nieto seleccionan las mejores frutas para reforzar la alimentación de las personas en aislamiento. Foto: Ana Martha Panadés.
Junto a su esposa y nieto seleccionan las mejores frutas para reforzar la alimentación de las personas en aislamiento. Foto: Ana Martha Panadés.

En las afueras de la ciudad de Trinidad, en la finca que este matrimonio ha levantado con laboriosidad, crecen las flores, las frutas, las gallinas y los becerros; ahora una parte de esas producciones tienen como destino los centros de aislamiento habilitados en el sureño territorio para cumplimentar la vigilancia de posibles contactos y sospechosos; si resulta necesario también se enviarán a otras instituciones de la salud que lo necesiten.

Antes de la despedida, Raúl, que entiende mejor del campo, comparte una recomendación: «Mi mensaje es que se cuiden, que cumplan las medidas que nos están orientado, vamos todos a poner de nuestra parte, los cubanos somos vencedores y también le ganaremos la batalla a este virus«.

En medio de tanta zozobra reconforta conocer a personas como Zenaida y Raúl, estremece ver tanto color en las flores de su jardín como luces de esperanza, reconforta descubrir tantas manos y corazones juntos en esta lucha por la vida.