Por: Rafael Novoa Pupo
Marcelo Salado Lastra, nació en Caibarién el 21 de mayo de 1927 en el seno de una familia humilde, donde junto a sus otros cuatro hermanos, transcurrió su infancia y juventud.
De niño, Marcelo sentía pasión por el mar, por lo que se fabricó su propia escopeta de caña brava y una careta de buceo, comenzando así su gusto por la pesca submarina, deporte en el cual llegó a ser campeón nacional en 1956.
Sus estudios primarios superiores los realizó en su ciudad natal y luego matriculó en el Instituto de Segunda Enseñanza de Remedios
Ante la corrupción del profesorado existente en la época, solo concluyó dos años de bachillerato y comenzó a trabajar. No obstante no abandonó los estudios, y realizó cursos emergentes para profesor de Educación Física, adquiriendo así los créditos suficientes para obtener el título que entonces expedía el Ministerio de Educación.
Con un pensamiento revolucionario y conocedor del ser humano, Marcelo de fortaleza física, firmeza y espíritu, se caracterizaba por ser un hombre sensible y cariñoso, además de poseer profundas ideas, y sobre todo un gran amor a la familia.
Estas cualidades del joven revolucionario, podían evidenciarse en una de sus cartas a su hermano menor cuando le escribía: “No abandones nunca tu espíritu de lucha, desinterés y amor por la humanidad, confío que alguna vez cese el abuso norteño que nos exprime, y que sepamos darnos a nosotros mismo un sistema de gobierno decoroso”.
Como muchos jóvenes de su tiempo, Marcelo militó en varios grupos insurreccionales, y en mayo de 1956 cayó preso, momento donde contactó con militantes del Movimiento 26 de Julio, e ingresó a esta organización.
Durante la lucha clandestina, intervino en las principales acciones realizadas en La Habana, aunque no le avisaron para el asalto al Palacio Presidencial. No obstante recuperó y guardó junto a otros compañeros un camión con armas en horas de la noche del 13 de marzo de 1957, con gran riesgo para su vida.
En mayo de ese mismo año, Marcelo volvió a ser detenido. Según su compañero Ernesto Vera, muchos de quienes compartieron la cárcel con él en aquellos días, le deben la vida a sus enseñanzas sobre el clandestinaje, y a los métodos que les enseñó para burlar la acción represiva del régimen batistiano.
El 9 de abril de 1958, deseoso por la falta de noticias sobre el desarrollo de la huelga de la cual fue unos de los principales dirigentes, sale a la calle y es reconocido por un traidor que iba en un carro, quien lo ametralló en la esquina de 25 y G en el Vedado.
Luego de haberse ejecutado el crimen, los sicarios de Ventura tuvieron secuestrado el cadáver de Marcelo más de 24 horas de su deceso, y en la noche del 10 de abril se lo entregaron a sus familiares.
En su honor se celebra todos los años sobre el mes de marzo en La Habana, la Copa Internacional de Natación Marcelo Salado, más conocida como Copa Marcelo Salado.
A 63 años de su partida física, Marcelo Salado Lastra vive en la obra que ayudó a forjar la revolución cubana a partir del 1ro de enero de 1959, y muchos centros escolares del país llevan su nombre, como la escuela primaria «Marcelo Salado» de Cárdenas, en la provincia de Matanzas, en la cual estudió el niño Elián González, o la Escuela Nacional de Natación de Cuba, ubicada en 1ra y 38 Miramar, en la capital cubana. También Trinidad tiene una escuela primaria, de las primeras que tuvo el municipio, que lleva el nombre de este mártir de Cuba.