Polo Montañez, también en el corazón de Trinidad de Cuba

El autor de estas líneas con Polo Montañez, en su primera visita para actuar en Trinidad.

Por: José Rafael Gómez Reguera

Si las canciones de Polo Montañez todavía resuenan tanto en centros culturales y recreativos y al interior de los hogares cubanos, no es obra de la casualidad, sino de esa peculiar manera de hacer del Guajiro Natural desde que comenzó a destacarse en su terruño hasta que saltó fronteras de la Isla, alcanzó fama, y ya nunca más ha vuelto a salir de esa órbita.

En Trinidad, territorio que alcanzó a conocerlo ya en plenitud de su estrellato, le recuerdo con su infinita sencillez, como si le diera pena ser tan famoso, ser agasajado por las principales autoridades locales, aclamado a su paso por nuestras calles empedradas, amado sobre el escenario. Solo allá arriba, pienso, desdoblado más en el Guajiro Natural que en el Polo, se transformaba y se daba todo, hasta cuando las fuerzas vocales y físicas aconsejaban recesar.

Entonces, a veces, dejaba que los demás corearan los estribillos, alargaba los acordes musicales de ese grupo que le fue fiel hasta los últimos momentos, y se le veía feliz, sudoroso, pero dispuesto a seguir un poco más, para complacer a quienes habían acudido a esas inolvidables citas que ya no son solo de la música; también de la historia.

Hoy Cuba le recuerda. No faltarán sus más queridas canciones para acompañar alegrías y nostalgias, amores y añoranzas con su peculiar manera de interpretarlos ritmos cubanos y caribeños. Porque Polo Montañez sigue entre nosotros.