Sindo Garay, el trovador que logró la eternidad

Fidel Castro junto a Sindo Garay (extrema izquierda) durante una visita a la Universidad Popular. Foto: Liborio Noval.

Por: Rafael Novoa Pupo

Antonio Gumersindo Garay y García, conocido como Sindo Garay fue un músico cubano que, aun sin contar con formación académica, supo ganarse un sobresaliente lugar en la trova tradicional cubana.

Había nacido el 12 de abril de 1867 en Santiago de Cuba. En su casa, muy pobre, nunca faltó sin embargo el encanto de la música. Según dijo una vez, su madre lo dormía de niño cantándole La Bayamesa, de Céspedes, Castillo y Fornaris, y años después, en 1918, Sindo legaría a la historia musical cubana, su propia Mujer Bayamesa.

En sus años de infancia, en pleno apogeo de la primera guerra contra el coloniaje español, más de una vez llevó importantes mensajes de los patriotas cubanos. Es famosa la anécdota de que siendo un adolescente cruzó varias veces la bahía de Santiago de Cuba, una de las más amplias del país, con órdenes y documentos de los laborantes cubanos contra España.

A los 16 años llegaría la primera guitarra, regalada por su hermano. Fue creador de más de 600 obras que retratan la idiosincrasia de la isla; entre sus temas destacan su admiración por su tierra natal, los paisajes, las mujeres y el amor. Entre sus creaciones encontramos: Amargas verdades, Mujer bayamesa, Guarina, La tarde, Perla, Retorna y Tormento fiero entre otros.

Sobre su vida vale decir que Sindo aprendió toda suerte de acrobacias circenses y que más de una vez se ganó el sustento con ese trabajo. Por otro lado, jamás aprendió una nota musical, sin embargo, sus obras han sido consideradas por prestigiosos como lecciones de armonía y composición, y recibió numerosos elogios por su increíble capacidad como creador.

En broma, el trovador una vez dijo que su nombre era muestra de su ignorancia musical: Sin-Do, y que sin Do componía. Como ha demostrado la historia realmente no le hizo mucha falta saber.

Una vida tan larga a pesar del ron y la fuma, tuvo este hombre de 101 años. Sindo Garay conoció a muchas importantes personalidades. De muy niño Guillermón Moncada lo sentaba en sus piernas para oírlo cantar junto a su hermana, muy niña también. Y a lo largo de su vida conoció entre otros al gran violinista Brindis de Salas, al tenor Caruso, Julio Antonio Mella y es probablemente, el único que tuvo la oportunidad de estrechar las manos de José Martí y después las del líder de la revolución Fidel Castro Ruz.

Como casi todos los cultores de la trova, Sindo trabajó también la canción y lo hizo con libertad rítmica, aunque tiene en su haber alguna que otra criolla, guaracha, algún bambuco influenciado por el quehacer colombiano, y cuando hablaba de su estilo peculiar, me refería justamente a su manera original de manejar esas formas.

La Bayamesa, título muy utilizado por diversos autores cubanos en innumerables obras, es quizás su canción más conocida. Cuenta Sindo que luego de una noche de serenata, al despertar en casa de un amigo, en cuyo patio había un paredón aún ennegrecido por el incendio de Bayamo, lo asaltó la inspiración y allí mismo, en un simple papel cartucho anotó los versos de su inmortal obra.

Sindo Garay fue un genio popular, y lo más increíble es que toda la música cubana que rezuma su obra la aprendió en la vida, la elaboró en su cabeza, su garganta y sus manos sobre la guitarra. Para él un papel pautado con notas musicales no tuvo más significado que el de un misterioso jeroglífico indescifrable. Sólo a partir de su desmesurada sensibilidad y capacidad para sintetizar y reelaborar hechos sonoros, pudo, desde su desconocimiento de la técnica musical formal, hacer las obras que hizo.

Formó con Villalón, Ruiz y Corona, el grupo de los grandes de la trova. En 1928 viajó a París, junto a Rita Montaner y otros músicos cubanos, allí permaneció tres meses haciendo programas de habaneras. Grabó infinidad de discos. Sus letras revelan belleza poética. Fue una voz segunda notable. Recibió innumerables homenajes y reconocimientos después del Triunfo de la Revolución. Entre sus composiciones más importantes figuran “La tarde”, “Perla marina”, “Rendido”, “Labios de grana”, “Clave a Maceo”, “Retorna”, “La baracoesa”, “Adiós a La Habana”, “Mujer bayamesa”, “La alondra”, “El huracán y la palma”, “Fermania”, “Rayos de oro”, “Tardes grises”, “Ojos de sirena” y “Guarina”.

Sindo Garay, en la foto a la izquierda, junto a Miguel Matamoros. Foto: Granma.

El 17 julio de 1968, moría a la edad de 101 años Sindo Garay, el más grande trovador de esta tierra de juglares. El festival de la trova de ese año, se le dedicó a su memoria y su Bayamesa resonó en repetidas ocasiones en las voces de muy diversos trovadores. En su impresionantes funeral, se encendieron tabacos y cigarros porque así lo había pedido Sindo. (Con información de Ecured y Cubadebate).