Buena Vista, vida nueva

Buena Vista recuperó todo su esplendor. Foto: Ana Martha Panadés.

Por: José Rafael Gómez Reguera

Por allá por el famoso Valle de los Ingenios, la vida cobra nuevos bríos. Reaparecen sembrados con varias especies para la alimentación, se agradece el verdor de los cañaverales, las plantas ornamentales ofrecen hermosura, crecen árboles majestuosos, los caminos se reacondicionan, las majestuosas edificaciones señoriales se maquillan en pos de recuperar su prestancia y adoptan nuevos usos. Eso le ha sucedido a la hacienda Buena Vista, en Trinidad.

Antigua hacienda ganadera propiedad de uno de los más ricos trinitarios, Don Justo Germán Cantero, Buena Vista recuperó su belleza poco a poco, proyectistas, constructores, diseñadores, carpinteros, y muchas, muchas manos laboriosas.

Quizás quienes vivieron allí dos siglos y medio atrás llevaron una plácida estancia mientras se alejaban de cuando en cuando del bullicio citadino, las tertulias nocturnas, las discusiones científicas y hasta de los apasionados encontronazos políticos, pues fue Trinidad territorio donde fraguaba el independentismo, donde esclavismo y antiesclavismo chocaban, donde la economía decidía y vinculada a ella se introducían técnicas novedosas y se pensaba qué hacer con esos esclavos productivos y serviciales, por un lado, vallas contra las que chocaban los más progresistas, por la otra.

Foto: Trinidad Travel

Es Buena Vista, hoy, otra joya recuperada en el Valle, para una corona llamada Trinidad, Patrimonio Cultural de la Humanidad, orgullo de las ciudades patrimoniales cubanas, de sus villas fundacionales principalmente.

Regenteada ahora por la Empresa Extrahotelera Palmares a través de su sucursal de Sancti Spíritus, Buena Vista ofrece la posibilidad de dar continuidad a ese turismo rural que ya tenía anteriores experiencias en los alrededores de Manaca-Iznaga y luego se potenció mucho más con la hacienda Guachinango.

Allí está la opción de alojarse, tener servicios gastronómicos de altura en medio de una singular elegancia. Y todo ello, eso sí, subordinado a la belleza simpar de un Valle cuya fama trasciende las fronteras de la Ciudad Museo del Caribe, las de Cuba, las del propio continente americano. Así lo ha reconocido la UNESCO.

Buena Vista vuelve a nosotros. La reverencia para quienes, desde la humildad, desde el anonimato de los oficios de restauración, posibilitaron que el embrujo nos llene, que el asombro fluya de rincón en rincón.

Foto: Trinidad Travel