Por: Rafael Novoa Pupo
Los aportes del científico cubano Carlos J. Finlay, considerado benefactor de la humanidad, son hoy un referente ineludible en la batalla contra la proliferación del mosquito Aedes aegypti, y las enfermedades que trasmite ese vector.
Juan Carlos Finlay Barrés, nació en Puerto Príncipe el 3 de diciembre de 1833, y se hizo acreedor de la gratitud universal, no sólo por su trabajo en relación con la fiebre amarilla, sino porque también descubrió y solucionó el terrible problema del tétanos infantil.
El 14 de agosto de 1881 el doctor Finlay ante los miembros de la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana, presentó su célebre trabajo titulado El mosquito hipotéticamente considerado como agente de transmisión de la fiebre amarilla.
Al igual que hiciera seis meses antes en la Conferencia Sanitaria Internacional efectuada en Washington, Finlay expone su revolucionaria teoría del contagio de la fiebre amarilla, mediante un vector biológico, con la identificación de la hembra del mosquito como el sujeto transmisor del germen de un individuo enfermo, a uno sano.
Finlay completaba así su genial descubrimiento, que mostraba por primera vez ante el mundo una nueva forma de contraer las enfermedades epidémicas, a través de un agente intermedio.
Su hallazgo representó una ruptura con las concepciones prevalecientes en esa esfera de la medicina, según las cuales las dolencias solo podían diseminarse por contacto directo entre las personas, o debido a la influencia de un factor ambiental.
El notable postulado de prevenir la fiebre amarilla con la destrucción del agente trasmisor fue probado en 1901, con una masiva batida contra el mosquito en La Habana, eliminando las larvas en los criaderos, donde quiera que hubiera agua estancada.
La certeza de sus ideas quedó demostrada, la temible enfermedad registró una marcada disminución, y por primera vez en un informe sanitario se declaró vencida gracias a la campaña de saneamiento propugnada por Finlay.
Asimismo sus recomendaciones higiénicas permitieron erradicar la fiebre amarilla en Panamá, Río de Janeiro, Veracruz, Nueva Orleans y otros lugares del hemisferio occidental, donde los reiterados brotes, cobraron un incalculable número de víctimas fatales.
Con ese antecedente en mayo de 1902, el sabio cubano es nombrado jefe superior de Sanidad, mandato que le permitió confeccionar el primer código sanitario, y disponer la vacunación obligatoria contra la viruela en todo el país, el saneamiento sistemático, y dedicar notables esfuerzos a los controles epizoóticos, para prevenir enfermedades transmitidas por animales domésticos.
Propuesto varias veces al Premio Nobel de Medicina de Fisiología y Medicina entre 1905 y 1915, Finlay recibió en 1907 la Medalla Mary Kingsley, conferida por el Instituto de Medicina Tropical de Liverpool, la más importante institución del mundo en Infectología. Así mismo un año más tarde, le fue conferida la orden de la Legión de Honor, otorgada por el gobierno de Francia.
Carlos J. Finlay, falleció de un ataque cerebral originado por severas convulsiones en su casa en La Habana, el 19 de agosto de 1915.
(Con información de Ecured y Radio Cadena Agramonte).