5 de septiembre de 1957, acción que demostró la unidad y dignidad de un pueblo

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Por: Rafael Novoa Pupo

En las primeras horas del 5 de septiembre de 1957, el capitán de aviación Enrique Carreras, junto a un reducido grupo de pilotos conspiradores de la base de Columbia, volaron en cazabombarderos F 47 hacia la ciudad de Cienfuegos, con la misión de atacar la ciudad tomada por sus compañeros del movimiento 26 de julio y militares revolucionarios, que desconocían que la fecha del levantamiento se había pospuesto.

Los pilotos no cumplieron la genocida orden, y las bombas fueron lanzadas al mar por lo cual fueron detenidos y condenados a prisión donde estuvieron, hasta el triunfo de la Revolución. La cúpula batistiana con esta condena, trató de salvar la moral y unidad de las fuerzas armadas que no eran inmunes a las ideas revolucionarias, como lo demostró, el propio alzamiento de Cienfuegos.

Los antecedentes más inmediatos de esa conspiración de militares, se remontan a los contactos que sostuvo el alférez de 26 años, Dionisio San Román con Frank País en 1956, lo cual facilitó que se sumaran otros militares patriotas, a la acción.

El joven oficial, había servido en varios puestos de la marina, entre ellos en el Distrito Sur en La Perla del Sur, donde le aseguró al dirigente revolucionario, que tendría muchos seguidores en los que confiaba, para el alzamiento.

El dirigente del 26 de julio Julio Camacho Aguilera asumió la responsabilidad junto a Dionisio San Román en ese territorio sureño y partieron para esa urbe horas antes del 5 de septiembre, sin conocer que el 3 de septiembre, oficiales de mayor graduación de la marina sumados a última hora y de manera unilateral, decidieron posponer el alzamiento.

Los complotados, cerca de 100, iniciaron las acciones alrededor de las 5:00 de mañana del 5 de septiembre, y tomaron rápidamente Cayo Loco, sede del Distrito Naval del Sur de la Marina de Guerra, la Policía Marítima, la Estación de la Policía Nacional contigua al Ayuntamiento, y la subplanta eléctrica.

De igual modo el centro de la localidad, se convirtió en epicentro de la insurrección, donde igualmente se convirtieron en protagonistas de la gesta muchos hombres, mujeres, jóvenes y adolescentes, que pidieron armas para el combate.

Pero al no ser secundado el alzamiento en el resto de la nación, la dictadura movilizó rápidamente sus fuerzas y al avanzar el día envió a los pilotos más comprometidos con el régimen, que esta vez atacaron con virulencia a los revolucionarios sureños.

Dionisio San Román, al conocer que no se producirían otras acciones similares, decidió unilateralmente dirigirse solo a la fragata “Máximo Gómez”, con la seguridad de que convencería a la tripulación a sumarse, pero fue detenido y enviado en un avión anfibio para La Habana, donde jornadas después de ser torturado salvajemente, lo asesinaron, y su cuerpo fue lanzado al mar, desde una lancha de la marina.

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No obstante, ante la difícil situación por la carencia de municiones, la superioridad del enemigo, y el acoso de la aviación, los revolucionarios junto al pueblo, resistieron en el centro de la ciudad, principalmente en el colegio San Lorenzo, uno de los últimos focos de resistencia que mantuvo a Cienfuegos por 24 horas libre de la dictadura.

En los combates y en las horas siguientes a la entrada del ejército a la ciudad de Cienfuegos, fueron asesinados 34 combatientes, a los que hoy el pueblo de Cienfuegos les rinde tributo de recordación, cada 5 de septiembre.

Por su parte Julio Camacho Aguilera pudo romper el cerco batistiano y la represión, para continuar en la lucha clandestina, y posteriormente se sumó a las fuerzas rebeldes en la Sierra Maestra, donde alcanzó los grados de Comandante.

En ocasión del XX Aniversario del alzamiento de Cienfuegos, el líder histórico de la revolución cubana Fidel Castro Ruz, destacó la significación de ese hecho a pesar de su revés al decir: “No lo tomamos entonces, pero lo tomamos después, y lo tiene nuestro pueblo ahora definitivamente y para siempre. Y hoy somos dueños de nuestra Patria, no solo porque supimos conquistarla, sino porque supimos también defenderla digna y heroicamente.” (Con información del periódico Invasor y Ecured).