Trinidad: lecciones para vencer a la COVID-19

En Trinidad es menester arreciar las medidas para evitar contagiarnos de la COVID-19. Foto: Ana Martha Panadés / Radio Trinidad.

Por: Ana Martha Panadés Rodríguez

Que uno de los cuatro pacientes de Trinidad positivos a la COVID-19, según el parte oficial dado a conocer en la jornada de jueves (con cierre a las 12 de la noche del miércoles) no tenga fuente de infección precisada constituye uno de los síntomas más alarmantes del escenario sanitario que hoy vive uno de los territorios espirituanos afectados por el rebrote de la pandemia.

Eso significa –no pretendo dar lecciones, pues la ciudadanía conoce los conceptos más elementales de la epidemiología-, que faltan eslabones de una cadena importantísima en el intento de “amarrar” y aislar a los contactos de un caso confirmado, y por tanto, actuar oportunamente para cortar la transmisión del virus SARS-CoV-2.

El deterioro de los indicadores es evidente; durante lo transcurrido del mes de febrero se han diagnosticado 13 trinitarios positivos a la enfermedad y en dos de los casos no se ha logrado identificar la fuente de infección. Y aunque las cifras no resultan abrumadoras, elevan la tasa de incidencia -una de las más altas de la provincia- y avizoran que la situación puede complicarse aún más.

Ante el cerco que otra vez impone la pandemia en la ciudad no basta con procurar santo y seña de los enfermos ni de sus contactos, sino de comprender que todos somos vulnerables y en nuestro actuar cotidiano abrimos las puertas al nuevo coronavirus: porque no desinfectamos nuestras manos cada vez que entramos o salimos de algún establecimiento, porque permanecemos un día entero con el mismo nasobuco en colas y gestiones, nos tocamos el rostro, porque no respetamos la distancia física…

Otro tanto sucede en los colectivos laborales donde bajamos la guardia y nos confiamos; hablamos, reímos y hasta compartimos meriendas sin precaución ni mesura. Habrá que apostar por iniciativas a nivel de administraciones para reducir el personal en las oficinas, adecuar los horarios, insistir en el trabajo a distancia.

Es cierto que otras medidas competen a las autoridades de entidades y organismos, al Consejo de Defensa Municipal, a las fuerzas del orden encaminadas a organizar mejor la distribución y venta de productos, porque todos necesitamos adquirirlos, pero no al precio de enfermar o enfermar a la familia.

El llamado especial a proteger a nuestros adultos mayores, la solidaridad y el humanismo otra vez se imponen para resguardarlos en casa y facilitar su acceso a medicamentos, alimentos y otros artículos. La familia, las organizaciones de masas, los vecinos sabemos cómo ayudarlos y protegerlos. Tampoco expongamos a los niños, a los adolescentes, a los jóvenes. Es tiempo de cuidarnos todos.

Trinidad se encuentra -por ahora-  en fase dos de la etapa de recuperación, pero ante el riesgo real de la COVID-19 actuemos como en los días de establecida la transmisión autóctona; solo con medidas extremas seremos capaces de acorralar a la fiera que once meses después nos acecha.