Por: Ana Martha Panadés Rodríguez
El mes de marzo ha resultado el más crítico en cuanto a casos confirmados de la COVID-19 en el municipio de Trinidad en este tercer rebrote, con más de un centenar de enfermos y un número importante de consejos populares comprometidos.
Y no hablamos solo de áreas urbanas, sino también de comunidades enclavadas en zonas rurales como San Pedro, Manaca, FNTA, Caracusey, Condado y Topes de Collantes, lo que representa una ardua tarea para los especialistas en epidemiología, el personal de la salud y el resto de los organismos y entidades locales encargados de velar porque se realice el aislamiento intradomiciliario o la restricción de movilidad cuando sea necesario.
Desde el comienzo de la pandemia en marzo del 2020 a partir del diagnóstico de tres turistas italianos hospedados en un hostal de la ciudad, el territorio transita por el peor de los escenarios epidemiológicos, con lo cual se evidencia, de un lado, la alta transmisibilidad del virus SASR.CoV-2 y del otro, la poca percepción de riesgo de la población.
A este contexto se suma otro dato que debe hacernos pensar y sobre todo actuar responsablemente: los confirmados no siempre tienen una fuente de infección precisa, lo que impide en ocasiones determinar el inicio de la cadena epidemiológica y alerta sobre la transmisión autóctona en un territorio que en anteriores rebrotes controló de manera efectiva al nuevo coronavirus.
En esta, la tercera zaga de la COVID-19 en predios sureños también se ha contagiado una cifra significativa de pacientes en edad pediátrica y especialmente lactantes, lo cual llama la atención sobre el riesgo al que exponemos a este grupo poblacional tan sensible con comportamientos inadecuados y el incumplimiento de las medidas higiénicas imprescindibles para la contención de la enfermedad.
Una mirada a las estadísticas arroja asimismo que el mayor número de positivos corresponde al grupo de edad entre 21 y 59 años, es decir las personas que trabajan, adquieren alimentos y realizan gestiones en la calle, responsabilidades que no pueden evadirse, pero si asumirse con plena responsabilidad para evitar contagios puertas adentro del hogar donde permanecen los más vulnerables: nuestros niños y ancianos.