Trinidad: Delvis Lería Jiménez, un médico veterinario de amores compartidos

Fotos: Cortesía de Delvis Lería Jiménez.

Por: José Rafael Gómez Reguera

Historias inverosímiles he escuchado miles acerca de esos seres maravillosos que aman a los animales y se dedican a su bienestar, aunque rara vez provienen de quienes apenas comienzan su largo andar por el mundo de la Medicina Veterinaria. Porque eso es Delvis Lería Jiménez, un recién egresado de la Universidad Central “Martha Abreus”, de Las Villas, quien parece caerle como anillo al dedo a este hermoso mundo de amores compartidos.

Sí, porque casi todos saben cuán amorosos suelen ser los animales afectivos con quienes les prodigan mimos, les cuidan, alimentan y protegen. Y desde luego, él lo sabe porque habla con inusual afecto de su perro. Pero otras historias, igualmente especiales, guarda en su mente y hasta en su carpeta de fotos, un tesoro poco mostrado.

Que un gato le ronronee en el cuello, le dé vueltas luego de trepar por su cuerpo y acepte fotografiarse de mil maneras, sin ningún contacto previo de ambos, en medio del campo, habla de ese halo especial que emana de este joven trabajador de la Empresa Agroforestal Trinidad, de maneras desenvueltas de actuar y probado carisma.

Lo mismo podría decirse de sus cuidados con un perrito callejero aparecido por el vecindario en muy mal estado, casi a punto de desfallecer. El animalito no solo sobrevivió a un envenenamiento gracias al antídoto conseguido con mucho esfuerzo al no tenerlo a mano, sino que luego devino infaltable amigo de la familia. Alimentos no le faltarían; tampoco afectos.

Pero para mayor asombro, en medio de un potrero o cuartón, una vaca, en vez de hacerle correr, se retorció de gusto a lengüetazo puro. Ello quizás pudiera ponerse en dudas si no fuera por las imágenes que Delvito, como todos le llaman, gentilmente nos proporcionó, con ese orgullo de quien se ha graduado de lo que le gusta. Es su mayor premio.

Hoy transita por su período de adiestramiento, con la experiencia de la vida, la de sus prácticas preprofesionales, y esos deseos de triunfar cuando se sabe útil y un mundo promisorio se abre ante él y los de su generación, en una Cuba que, no sin dificultades y en medio de carencias, pero con mucho optimismo, lucha por salir adelante.