Centros para pacientes sospechosos en Trinidad: la nobleza en voz de los protagonistas

El campamento Renán Turiño, uno de los centros para pacientes sospechosos en Trinidad. Foto: Ana Martha Panadés / Radio Trinidad.
El campamento Renán Turiño, uno de los centros para pacientes sospechosos en Trinidad. Foto: Ana Martha Panadés / Radio Trinidad.

Por: Ana Martha Panadés Rodríguez

Junto al personal de salud que traspasa el umbral de la zona roja y se expone al virus SARS-CoV-2, muchos trinitarios sostienen también esta batalla por la vida. De esa entrega cotidiana, casi anónima, son protagonistas los trabajadores de los centros donde se encuentran pacientes sospechosos en este sureño municipio.

Dos de los campamentos que antes acogieron a las fuerzas constructoras vinculadas a las inversiones turísticas en la urbe acompañan hoy al sistema de salud en el propósito de cortar las cadenas de contagios. Desde las villas MICONS y Renán Turiño se escriben estas historias de amor y solidaridad donde unos protegen a los otros.

Y esa es precisamente una de las experiencias más gratificantes para Maikel Cobo Rodríguez, jefe de la Unidad de Servicios de la Construcción Trinidad, siempre optimista y con la capacidad de resolver los mil y un problemas del día a día, aunque a veces –confiesa- siente la presión de tanta responsabilidad.

Maikel Cobo supervisa la logística de los centros y apoya así el trabajo del personal de la salud. Foto: Ana Martha Panadés / Radio Trinidad.
Maikel Cobo supervisa la logística de los centros y apoya así el trabajo del personal de la salud. Foto: Ana Martha Panadés / Radio Trinidad.

Reconocemos el esfuerzo que realiza el país, el gobierno en nuestro municipio y la entrega de los médicos y enfermeros para combatir esta pandemia; esta es la parte que nos corresponde y gracias al colectivo de trabajadores se ha podido cumplir la tarea, no hay hora para hacerlo. Los pacientes han llegado a medianoche y aquí hemos estado esperándolos.”

Sobre los protocolos comenta que la exigencia por hacerlos cumplir resulta la garantía para proteger a los hombres y mujeres que permanecen en estos centros y se encargan de la elaboración de los alimentos, con un menú variado y de calidad, que llevan hasta la zona roja: “Allí los recoge el pantrista y los lleva hasta los cuartos donde permanecen los pacientes; ningún trabajador se ha enfermado y eso se lo debemos también al personal de salud que nos acompaña”.

Las licenciadas en enfermería Lisset Medina Lorente y Leslie García Fariña dejan atrás a su familia para brindar atención a los pacientes sospechosos. Foto: Ana Martha Panadés / Radio Trinidad.
Las licenciadas en enfermería Lisset Medina Lorente y Leslie García Fariña dejan atrás a su familia para brindar atención a los pacientes sospechosos. Foto: Ana Martha Panadés / Radio Trinidad.

La licenciada en enfermería Lisset Medina Lorente se siente a salvo en la villa MICONS en playa La Boca. Allí es la responsable de organizar los servicios médicos para la atención a los pacientes con una prioridad: proteger al resto de los profesionales que en momentos bien difíciles se sobreponen a sus propios miedos y dan aliento.

Son vivencias muy fuertes las que guardo en todos estos meses de trabajo en este lugar que fue primero centro de aislamiento para contactos y ahora de sospechosos. Son más de 800 trinitarios que hemos recibido aquí; siempre es duro dar la noticia de un resultado positivo, sobre todo cuando es un niño o una familia que se tiene que separar.”

El personal de la salud trabaja con desvelo en la zona roja de la villa MICONS, centro para sospechosos. Foto: Ana Martha Panadés / Radio Trinidad.
El personal de la salud trabaja con desvelo en la zona roja de la villa MICONS, centro para sospechosos. Foto: Ana Martha Panadés / Radio Trinidad.

En su primera experiencia en zona roja, a la licenciada Leslie García Fariña le vibra la voz de emoción; en el hogar ha quedado la familia, la insistencia de la madre para que se cuide; bien sabe ella que el virus es traicionero, pero asegura que tendrá presente cada detalle del protocolo de bioseguridad; tiene también el apoyo de sus dos hijas, una de ellas doctora.

Detrás de las mascarillas apenas se les distingue el rostro a estos trinitarios, pero prefieren centrarse en la esperanza, en la sonrisa de quienes regresan a casa o tras un diagnóstico se recuperan y agradecen los desvelos. “Es la mayor recompensa”, coinciden todos y vuelven a su rutina, la de días, la de larguísimos meses, en los que aplazaron todos sus anhelos para velar por la salud de los demás; más que aplausos, merecen que también nosotros cuidemos de ellos.