Leal, siempre en el corazón de Trinidad

Por: José Rafael Gómez Reguera

El amor se teje con hebras doradas infinitas. Nunca terminarán. Son, además de hermosas, resistentes y llamativas. Nuestro querido e inolvidable Eusebio Leal Spengler merece eso y mucho más, porque fue todo sencillez, afecto, dedicación y cariño por una ciudad que le recuerda a cada instante y sabe de sus desvelos no solo por inscribirla mundialmente, sino también por mantenerla como la joya más preciada de las ciudades patrimoniales de Cuba.

Foto; MINREX
Foto; MINREX

Ese fulgor de Leal nunca se extingue y el tiempo solo consigue acrecentarlo. De hablar pausado y reflexivo, verbo ardoroso y elocuencia admirable, Leal también cautivó a quienes habitamos este terruño cerca del mar y del monte, donde tenemos gaviotas, sinsontes, y hasta un poco de soledad. Porque también hay que recogerse al interior, de cada cual, saber de dónde venimos, qué somos, y que espera de cada uno de nosotros esta Isla, perla del Caribe, y en su centro sur, la Tercera Villa.

Ya con 507 años de historia, tradiciones y leyendas, la Villa del Táyaba conoció del seguimiento que Leal daba a cada plan trazado por la oficina del Conservador de la ciudad y el Valle de los Ingenios, y amoroso como padre al fin, no se calló ante las cosas que consideraba no debían hacerse, o aquellas en las cuales una rectificación a tiempo contribuiría a embellecer calles, aceras, plazas y plazuelas, fachadas…

Rememoramos sus palabras, y fieles a su memoria, sabemos que hacer, como nos enseñara nuestro Héroe Nacional José Martí, es la mejor manera de decir.