El deporte también es cultura en Trinidad

Por: Joaquín Gómez Serra

    Quiso la historia que el deporte y la cultura formaran parte de la idiosincrasia del cubano en una nacionalidad que se esculpió de oro aquel 20 de octubre de 1868, día en que se entonó por primera vez el Himno Nacional tras liberar las tropas mambisas, al mando de Carlos Manuel de Céspedes, la ciudad de Bayamo.

Este martes se cumplió un viejo anhelo de los amantes del deporte de las bolas y los strikes en la Mayor de las Antillas, al declararse en el Palmar de Junco al deporte nacional ahora, como Patrimonio de la Cultura Cubana.

Este juego de tanta ciencia y agilidad llegó a Cuba cerca del año 1865, y el primer juego de béisbol por estos lares se celebró el día de la Santísima Trinidad, ganando los azules y con tal motivo se dio un gran baile en los Salones de la Sociedad La Tertulia.

Se reivindicaba así la cubanía de este deporte al sur de Sancti Spíritus. Por eso es tan difícil imaginar a la cultura sin Alejo Carpentier, Nicolás Guillén o Benny Moré, o al deporte de Trinidad sin peloteros de la talla de Antonio Muñoz, el Gigante del Escambray, Ismel Jiménez o Yunier Mendoza, o del mártir de la Revolución, el boxeador Lino Salabarría Pupo.

Ellos han sido parte de la historia de este deporte en la Ciudad Patrimonio de la Humanidad.  En estos 53 años de celebración del Día de la Cultura Nacional, el deporte ha tributado bellas páginas, prestigiado por competidores insignes e impulsado por figuras relevantes en todos los campos.

El propio Céspedes amó al ajedrez, cuyas reglas tradujo y publicó en el periódico «El Redactor», de Santiago de Cuba, como muestra de un vínculo con la actividad deportiva que después sostuvieron otros grandes como el Che y Fidel.

José Martí, el Apóstol de Cuba derrochó maestría al reseñar no pocas competencias deportivas en diferentes periódicos, y fue siempre un defensor del deporte sano y de la ejercitación sistemática de los seres humanos para mantener la salud.

“Deporte es cultura”, tituló Carpentier un trabajo publicado en la Guía oficial de béisbol de 1969, devenido expresión del interés suscitado por ese frente entre los más ilustres intelectuales de la isla, incluido Martí.

“Hoy —escribió Carpentier en el referido material— una institución como la Escuela Superior de Educación Física “Comandante Manuel Fajardo”, nos muestra cómo el deporte se identifica con la cultura, cómo es rama de la cultura…»

Nicolás Guillén, en su poema “Deportes”, confesó “Desde niño, jugué al béisbol», mientras escribía en su crónica “En jeep junto a los ciclistas”: ¿Deporte y poesía? ¿Por qué no?

“Pienso que lejos de esta reñida disputa entre un deporte, en un estadio, en un ring, en un diamante beisbolero, o en un court de tenis, hay muchísima belleza digna de ser expresada líricamente», afirmó el poeta nacional.

Vale entonces retomar hoy el llamado de Guillén: «… esperar que los deportistas se interesen a su vez —si es que no lo hacen— por los poetas, por la poesía, que es un espectáculo quizás menos movido, más íntimo, sin duda, pero en el que suele haber momentos de punzante, y desgarradora emoción al estilo de una competencia deportiva. En la idiosincrasia de cada amante del béisbol, quedará marcada para siempre la declaración del deporte nacional, este 19 de octubre, como Patrimonio de la Cultura Cubana.