Por: Juan Carlos Naranjo.
Perucho Figueredo le puso letra al afán de libertad de los cubanos, las estrofas más vibrantes que había escrito. El Himno Nacional nació en Bayamo y se cantó por primera vez allí, el 20 de octubre de 1868. Fue uno de los alumbramientos más hermosos de la villa, pero no el único.
Bayamo era un corazón mambí. Sus calles resplandecieron cuando un sinfín de antorchas proclamaba que los cubanos podían ser libres. Diez días antes ricos y pobres, amos y esclavos se unían en combate ante la arenga emancipadora de Carlos Manuel de Céspedes, alimentada por el repiqueteo de las campanas del ingenio La Demajagua.
Se cumplen 153 años del inicio de nuestras gestas independentistas y de entonarse por primera vez el himno redentor, nombrado en sus inicios la Bayamesa
En estandarte de la nueva forja de luchadores se convirtió la creación, cuya letra fue cambiando, pero no el mensaje, que siguió siendo el mismo: morir por la patria es vivir, un canto a la unidad.
Y es que el ansia independentista ardía en los corazones. Los versos de Heredia, el poeta de la libertad, inspiraban a la lucha. “Cuba, al fin te verás libre y pura como el aire de luz que respiras”. Los hijos le dieron a la patria lo que esperaba de ellos, valor y entrega.
Halló respuesta la arenga emancipadora, Al combate, corred, bayameses
Los sitios que marcan los orígenes reviven la historia de heroísmo. A la arenga emancipadora respondieron negros, blancos, mestizos, mulatos, cubanos todos, los mismos que hoy seguimos la marcha. Que defendemos el ajiaco de antaño: aborígenes, africanos, españoles, y hasta chinos.
Diversidad de razas, costumbres y creencias se entrecruzan. La espiritualidad se empina, se compacta. Es la cultura cubana, que es la nación.