Las calles trinitarias tienen esta semana otro color, otras voces, con el reinicio, desde el lunes, de las clases presenciales en diversas enseñanzas y grados
Por: Alipio Martínez Romero
La contagiosa alegría de la esperanza del mundo multiplicada en toda la isla caribeña, interrumpida por la visita indeseable de la pandemia que los mantuvo casi un año en casa, desde el comienzo de las clases cambiaron de color los amaneceres en Trinidad.
Detrás de los nasobucos se dibujan la sonrisa como las de María Alejandra González Santander y Laureen Alexandra Mendoza Naranjo, cuyos ojos descubren la felicidad que se reitera en cientos de estudiantes del país, hasta entonces separados de sus aulas, de los educadores y sus compañeros de pupitres.
Ambas alumnas de noveno grado de la Escuela Secundaria Básica Urbana Carlos Echenagusía Peña de Trinidad, emocionadas por el reinicio de sus estudios que próximamente concluirá para cambiar de plantel y comenzar la enseñanza del preuniversitario, se sienten orgullosas al agradecer al Gobierno, al Ministerio de Educación y Salud Pública la posibilidad de recibir nuevamente las sesiones del saber, validas para su futura formación como profesionales de la sociedad.
Apresurado y hermoso es el ir y venir de los pequeños príncipes sureños para llegar puntuales a la escuela, a ellos el maestro José Martí Pérez, el Héroe Nacional de esta República los calificó también de “… Quienes saben querer… “cuando expresó para ellos trabajamos y su mejor discípulo Fidel Castro Ruz, nuestro eterno Comandante en Jefe, protagonista de la educación cubana, consideró “…en Cuba nada hay más importante que un niño…“
Conocedores de la amenaza de la COVID-19 que todavía nos acecha detrás de la puerta, los pioneros como María Alexandra y Laureen, asumen junto a educadores y la familia, una conducta responsable para cumplir los protocolos los cuales permitan desterrar al mortal enemigo y así garantizar la victoria sobre ese intruso y el acariciado éxito de la enseñanza en la etapa lectiva 2020-2021.