Estudiantes de Medicina fusilados en 1871: inspiración para los jóvenes profesionales de la Salud

El joven médico Ernesto Casals Pérez ha estado varias veces en Zona Roja. Foto: Ana Martha Panadés Rodríguez / Radio Trinidad.
El joven médico Ernesto Casals Pérez ha estado varias veces en Zona Roja. Foto: Ana Martha Panadés Rodríguez / Radio Trinidad.

Aquellos estudiantes llevados al fusilamiento por los colonialistas españoles devienen inspiración para quienes, desde zonas rojas u otras áreas, han combatido y combaten todavía la COVID-19 y enfrentan valientemente las más disímiles tareas a favor de la Salud de nuestro pueblo

Recreación del fusilamiento de los estudiantes de Medicina, cuadro del pintor Manuel Mesa.

Por: Ana Martha Panadés Rodríguez

Refuerzo de médicos mejora labor asistencial en este y otros centros del municipio. Foto: Ana Martha Panadés Rodríguez / Radio Trinidad.
Refuerzo de médicos mejora labor asistencial en este y otros centros del municipio. Foto: Ana Martha Panadés Rodríguez / Radio Trinidad.

No fue la primera vez que traspasó la Zona Roja, pero cuando el joven médico Ernesto Casals Pérez llegó a la Escuela de Hotelería y Turismo –convertida en extensión del Hospital General de Trinidad Tomás Carrera Galiano- aquilató cuánto sana y salva el humanismo y la vocación de una profesión que tiene tanto de satisfacciones, como de dolor y sufrimiento.

Apenas hay que asomarse a la historia y evocar los hechos de aquel aciago 27 de noviembre de 1871. Cuba, bajo el yugo del colonialismo español, fue testigo de uno de los crímenes más atroces contra la inocencia de ocho jóvenes condenados injustamente a la pena de muerte. A un siglo y medio de los acontecimientos la herida todavía duele y no se olvida.

«Profanaron la tumba de manera intencionada de Don Gonzalo Castañón y rayaron el cristal de su nicho», esta fue la acusación de las autoridades españolas y contra la cual no bastó siquiera la edad de estos muchachos, casi niños, que no cometieron delito alguno, como bien documentó la historia a través de los ojos y el corazón de Fermín Valdés Domínguez.

Cada año, el estudiantado universitario recuerda a los estudiantes de Medicina asesinados por el clonialismo español en 1871. Foto: Trabajadores.

De los hechos se sabe que un grupo de estudiantes de Medicina, mientras esperaba al profesor de Anatomía, jugó con un carrito fúnebre en los predios del cementerio Espada de La Habana; otro arrancó una flor, el más joven, Alonso Francisco, de apenas 16 años; otros nombres se seleccionaron al “azar” y se incluyó hasta los que no asistieron ese día a clase, como Carlos Verdugo, quien estaba fuera de la provincia.

Trinidad agradece el refuerzo de médicos y enfermeros del Contingente Internacional Henry Reeve. Foto: Ana Martha Panadés Rodríguez / Radio Trinidad.
Trinidad agradece el refuerzo de médicos y enfermeros del Contingente Internacional Henry Reeve. Foto: Ana Martha Panadés Rodríguez / Radio Trinidad.

La sentencia se firmó y cuatro horas después se perpetró el crimen, sin dar tiempo a ninguna apelación, ni tampoco permitirles el derecho de ver a sus familiares por última vez. Cuenta la historia que los asesinaron de dos en dos, con las manos atadas a la espalda, de rodillas y de espaldas al pelotón de fusilamiento; fueron ultimados en la explanada de La Punta.

Ocho jóvenes que habían abrazado la vocación de salvar vidas y vieron truncadas las suyas propias en plena inocencia renacen y han inspirado a tantísimas generaciones de profesionales cubanos y trinitarios, como nuestros muchachos y muchachas, que de blanco o de verde, a veces hasta en trajes de cosmonautas, con sus nasobucos y caretas, también con sus miedos, le ganan la batalla a la muerte y sostienen con cariño la mano de sus pacientes en ese camino de luz hacia la esperanza.