Trinidad de Cuba se suma al homenaje a todos los trabajadores de la Salud Pública en este Día de la Medicina Latinoamericana, coincidiendo con el natalicio del sabio cubano Carlos Juan Finlay y Barrés, nacido en Camagüey, en 1833, quien descubrió del agente transmisor de la fiebre amarilla
Por: Ana Martha Panadés Rodríguez
La Medicina se ejerce con alma, vocación y entrega; virtudes que han acompañado a los profesionales de la salud en todo este tiempo de batalla contra el virus. En un consultorio, en los centros de atención a pacientes, en una sala de hospitalización, en un laboratorio se levantan sobre sus miedos por amor a la vida.
Los que se entregan al sacerdocio de sanar y lo hacen con la ciencia, el humanismo y la sensibilidad, se ganan el corazón de quienes los hemos visto llorar, confesar sus dudas y emocionarse. Así sucedió con la doctora holguinera Leonela Esther Caña Rivas, especialista en Medicina General Integral al frente de la brigada del Contingente Internacional Henry Reeve, que dejó una huella inolvidable entre los trinitarios.
De Venezuela llegó la joven profesional sin tiempo para abrazar a su hijo pequeño: “Nos vamos de Trinidad con la satisfacción de que cumplimos con nuestro deber. No es lo mismo tratar a pacientes de otros países a ver el dolor de tu gente que te necesita. Es desgarrador saber que, como médico, un paciente no va a sobrevivir y tener que decírselo a la familia. Por muchas veces que lo hagas se siente un dolor indescriptible, como también el momento más lindo es atender a un enfermo grave que se recupera y se lo entregas a la familia, sano y salvo.”
A este contingente, que sumó más de un centenar de profesionales sanitarios, los recibimos y despedimos con aplausos, los mismos que dedicamos a nuestros médicos y enfermeros que con el corazón en el medio del pecho salvaron del agobio a los pacientes y a las instituciones hospitalarias; muchas veces sin poder reconocer sus rostros, pero si el alma a través de sus ojos.
En casi dos años de guardias al límite, de cansancio extremo, de hondo dolor, incluso, médicos, enfermeros, estomatólogos, personal que labora en las ambulancias, trabajadores de servicios y muchos más sostuvieron la esperanza más allá de la amenaza del virus, dispuestos a no olvidar el juramento de salvar vidas, al que nunca renunció el doctor Alexis Rodríguez
“Ha sido muy dura esta lucha, muy sacrificada, especialmente para el personal de la salud. “Cuando trabajamos en Zona Roja conocemos el riesgo, pero un diagnóstico positivo siempre asusta. Después de mi recuperación, seguí al frente de la tarea. Eso lo que nos toca como médicos porque no podemos fallar al juramento que hicimos al graduarnos.”
Resulta imposible nombrar a todos los que de bata verde o blanca aliviaron sustos y síntomas; a los que no olvidan principios humanistas y solidarios, a quienes sonríen y curan.