Los trinitarios están convocados a las urnas para pronunciarse por el nuevo Código de las Familias de Cuba, un hecho inédito e importante para el presente y el futuro de nuestra sociedad, al lado de la esperanza, de más justicia, por una Cuba más humana, emancipadora, de respeto e inclusiva Seguir leyendo
Por: Alipio Martínez Romero
Ella, en atención a la doctrinas del más universal de todos los cubanos, es ara, no pedestal, cuando nos convoca al deber, como ahora y cumplimos con la palabra empeñada, nos contempla orgullosa, así con nuestro protagonismo favorecemos a los símbolos que la identifican.
Hoy disímiles carencias e irregularidades laceran su placentera y normal mirada hacia el progreso económico-social pero, estas complejas condiciones coyunturales aunque muy desagradables, a diferencia de la honestidad, la vergüenza y la honradez, cuando se compara con lo anterior, reflexionamos que las primeras pasarán al olvido; las demás perdurarán en el oprobio.
Su llamado en estos tiempos excepcionales que prueban a los hombres y nuestras féminas, es para que las respuestas a las necesidades de las familias en las nuevas formas legislativas sean favorables al futuro de ella, de manera especial a las nuevas generaciones desde que en edades tempranas abren sus ojos al universo.
La fecha del 25 de septiembre, como el lucero matutino, el cual de manera diferente anunciará la llegada del alba, será histórica porque 170 colegios electorales en viviendas e inmuebles estatales, constituyen instituciones no solo para aprender una lección, también nos indican interiorizarla, comprender y hacer digna esta isla caribeña ante el mundo.
En este proceso cualquier trinitario puede limitar su acceso a las urnas, incluso invalidar la boleta. Entonces me pregunto, ¿A quién conviene esa actitud negativa? Solo favorece a los intentos desestabilizadores del imperio yanqui, a sus seguidores asalariados, mas como versa un tema musical, el dinero no solo es la vida, lo demás de esa letra ustedes lo saben.
Aun estamos a tiempo para no convertirnos en nuestro propio enemigo, al de sus progenitores, al de los hijos, hermanos y de otros rasgos de la familiaridad, incluidos los de compañeros y amigos, a ellos muchas veces los necesitamos y queremos tanto o más que a cualquier pariente. ¡NO es cierto!
Sea usted también como familia el propio confesor de sus criterios, no permita ser engañado, no deje manipularse, en su puño y marca el Si por la felicidad de los demás, en el voto por la verdad, el derecho y el deber en la apuesta de sabernos libres e independientes, democráticos, socialistas y solidarios. No se sanciona ni censura cuando se aboga por el beneficio de todos.
El Sí con el latido del corazón por el referendo popular del proyecto Ley del Código de las Familias, está al lado de la esperanza, de una sociedad más justa, humana, emancipadora, de respeto e inclusiva. Ella con nombre de mujer: Cuba, la Patria, lo reclama y abraza. Tu voto de amor por los afectos cuenta.