Para volver siempre al cine

Para volver siempre al cine Autor: Juventud Rebelde

El regreso a las salas de proyección tras la pandemia ha marcado al cine cubano en 2022

Por Sergio Félix González Murguía

LOS cinéfilos de la Mayor de las Antillas probablemente no olvidarán las «dos dosis», modalidad en dos actos que debió asumir el 42do. Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, entre 2020 y 2021. Ese podría considerarse el gran símbolo de cómo la crisis sanitaria afectó al séptimo arte en Cuba durante ese tiempo, palpable en la reducción de los aforos en las salas de proyección, los accesos controlados y un cambio inevitable en las dinámicas de socialización, incluso en los procesos de producción de las obras cinematográficas.

Por aquellos días acudíamos a cada proyección entre la nostalgia de ediciones pasadas y el deseo de volver a ver las salas llenas, así como sentir ese calor humano característico que desprende el público habanero en su diálogo con las obras de los cineastas que cada año acuden a uno de los festivales con más arraigo en la región. Pasó el tiempo y ese momento volvió a experimentarse durante el año que casi concluye.

Era 15 de junio de 2022 y los organizadores de la 23ra. edición del Festival de cine francés en Cuba no disimulaban su preocupación por cómo calaría la convocatoria en un público de la capital cubana que aún se adaptaba al alivio de las medidas de aislamiento social que impuso el enfrentamiento a la COVID-19. Aquel día, en la noche, aconteció la inauguración de la cita con la proyección de la cinta Hazme volar en un cine Yara casi repleto.

La obra que protagoniza Víctor Belmondo —nieto del reconocido  actor francés Jean Paul Belmondo (1933-2021)—, por esos días de visita en nuestro país, se convertiría así en uno de los momentos clave del año en que espectadores y creadores recuperaron el contacto directo a plenitud que establece el acceso a la gran pantalla.

Pero durante los meses anteriores, la Cinemateca de Cuba llevó adelante otros ciclos de presentaciones dedicados a importantes figuras del séptimo arte internacional, así como muestras de otras latitudes que también suscitaron el interés de no pocos amantes del cine.

Febrero fue oportuno para celebrar el centenario del cineasta polaco Jerzy Kawalerowicz con una proyección de filmes alegóricos. Luego llegaría mayo y algunos cines del proyecto 23 abrieron sus puertas al 5to. Festival de cine europeo en Cuba y la 16ta. Semana de cine alemán, que incluyó una retrospectiva de la cineasta Claudia Von Alemann.

Grata resultó la inauguración, en abril, de la sala de cine Alfredo Guevara en el Colegio Universitario San Gerónimo de La Habana en el Centro Histórico, espacio que poco a poco ha ido incorporando parte de la programación que surge desde la Cinemateca de Cuba, así como de otras instituciones vinculadas al desarrollo del séptimo arte en la nación.

Agosto trajo consigo la Muestra de cine español en La Habana, evento que ofreció la posibilidad de disfrutar de filmes multipremiados y de gran reconocimiento internacional como Libertad, de Clara Roquet, Alcarrás —obtuvo el Oso de Oro en la más reciente edición de la Berlinale—, de Carla Simón, y el cortometraje animado Do not feed the pigeons (No alimentes a las palomas) ganador de un premio Bafta.

La cinta Cerdita —cuenta con seis nominaciones a los próximos Premios Goya—, fue estrenada ante el público cubano durante la muestra española con la presencia de su protagonista, Laura Galán —compite por el Goya a mejor actriz revelación—, tras pasar por el Festival de Cine de Sundance y antes de ser estrenada en su país de origen, España.

Los espectadores continuaron acercándose a las realidades e inspiraciones de creadores de otras latitudes a través de otros ciclos que propuso la Cinemateca como la Muestra de cine colombiano, el 6to. Encuentro de la Crítica Cinematográfica Pasolini. Las jerarquías de la inspiración, el ciclo de cine clásico argentino dedicado a Gardel o, más recientemente, la 9na. muestra de cine de los Países Bajos en La Habana. Y las propuestas no terminan ahí. Apenas inicie 2023, comenta a JR Diego Santana, comunicador de la Cinemateca, «estaremos celebrando una semana dedicada a la filmografía de Los Beatles y un gran homenaje al director franco-suizo, gran exponente de la nouvelle vague, Jean-Luc Godard».

Pero lo que sin duda suscitó el mayor movimiento de público hacia las salas de cine, como es costumbre cada año, fue la recién concluida edición 43 del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano que, del 1ro. al 11 de diciembre, logró captar la atención de todos aquellos cinéfilos que se dejaron tentar por la muestra de 185 películas que este año propuso la cita con el séptimo arte.

Una selección que mostró gran parte de las miradas que se entretejen en nuestro continente, sintetizadas en las obras que conformaron el certamen, así como las cintas fuera de concurso que comprendían la sección Panorama contemporáneo internacional.

Al cierre del festival, El gran movimiento, del boliviano Kiro Russo, se alzó con el codiciado Coral de largometraje de ficción, gran vencedor de esta edición, donde brillaron otras cintas como Los reyes del mundo, de la colombiana Laura Mora, Argentina, 1985, de Santiago Mitre, Blanquita, de Fernando Guzzoni, Noche de fuego, de Tatiana Huezo y Utama, de Alejandro Loayza.

Esta edición 43 fue más allá del retorno de ese contacto del público con el «cine a lo grande», como rezaba el eslogan de la cita. El festival contó, por primera vez, en su apartado teórico con un encuentro de mercado y distribución que sirvió para establecer nexos entre agencias de venta especializadas y cineastas nacionales, fue oportunidad para intercambios, conferencias magistrales, concursos, entre otras actividades.

Las obras más recientes del cineasta cubano Fernando Pérez (El mundo de Nelsito y Cuentos de un día más) se sumaron a las novedades que el cine cubano propuso durante el festival, e incluso en otros momentos del año. El animado La súper, de Ernesto Piña, el largo de ficción Bajo un sol poderoso, de Kike Álvarez, los documentales Mafifa, de Daniela Muñoz y La gente del documental, de Inti Herrera, fueron algunas de esas producciones nacionales, algunas como resultado de la primera convocatoria del Fondo de Fomento del Cine Cubano que ha promovido el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (Icaic).

Al júbilo de estos creadores que llevaron a buen puerto sus obras se sumó la alegría compartida de conocer que el premio nacional de Cine 2022 le había sido conferido al reconocido cineasta Manuel Herrera, «por la obra de la vida y su gran aporte al cine cubano».

Asimismo, durante 2022 conocimos de la partida física de figuras cuyas obras dejan huellas imprescindibles en nuestro séptimo arte, como Alexis Díaz de Villegas, reconocido actor, inseparable de su personaje en la cinta Juan de los Muertos. También nos dijo adiós el premio nacional de Cine 2021, Mario Balmaseda, con una obra extensa en el cine, al igual que la del fotógrafo Iván Nápoles, premio nacional de Cine 2016.

El quehacer artístico de estos creadores ineludibles, y de tantos otros, queda como legado para esos jóvenes cineastas que, contra viento y marea, continúan creando para no dejar de ofrecer a los espectadores un motivo para volver siempre al cine.

(Tomado de Juventud Rebelde)