No debemos idealizar el asunto, por supuesto, pero en realidad hay muchas razones para sentir ciertas satisfacciones.
Por: Rudens Tembrás Arcia
Aunque sumergido en habituales y novedosas polémicas, como siempre, el beisbol en Cuba despide un año positivo.
No debemos idealizar el asunto, por supuesto, pero en realidad hay muchas razones para sentir satisfacciones.
Ayuda un poco, claro, la etapa poscovid-19 en que comenzamos a vivir, aunque la pelota fue sin duda el deporte menos afectado por esa razón en la Isla.
En este 2022 se cubrió un calendario nacional intenso con la serie nacional, la liga élite, el evento sub-23, el de baseball5, los femeninos y los de categorías inferiores (pioneriles, escolares, juveniles).
Problemas más, problemas menos, esas lides volvieron a escena tras dos temporadas en que la pandemia lo impidió casi todo, salvo el clásico nacional que llegó a celebrarse incluso a puertas cerradas.
En este año se produjo el trámite de regreso de Cuba a las series del Caribe de beisbol, tras el “terremoto” ocurrido entre finales de 2019 e inicios de 2020.
La diplomacia deportiva limó diferencias y dentro de pocas semanas el campeón de la I Liga Élite del Beisbol Cubano estará presente en la Serie del Caribe de Beisbol Gran Caracas 2023, en Venezuela.
Otro hecho trascendental ha sido la batalla por asegurar la mejor presencia posible en el V Clásico Mundial de Beisbol, en marzo cercano, sobre todo por los absurdos y discriminatorios permisos requeridos de parte del Gobierno de Estados Unidos.
Entre esos se ha logrado (aplicando alguna que otra presión) el más llamativo de todos, el que permite que peloteros de origen cubano, actuantes en la Major League Baseball (MLB) o residentes en suelo estadounidense, puedan incluirse en la nómina de la Mayor de las Antillas.
La actividad internacional resultó amplia y significativa, más allá de que el único gran título provino del equipo de baseball5 en el certamen mundial celebrado en México hace pocas semanas.
Entre signos de exclamación también debe colocarse lo hecho por el elenco varonil sub-15 años, medallista de bronce panamericano (condenado por un grave error técnico, ajeno a los jugadores) y subcampeón mundial en la localidad azteca de Hermosillo.
Los hombres del sub-23 consiguieron las medallas de plata en el certamen continental, mas en la lid del orbe no pudieron hacerse justicia y el lugar 10 en Taiwán se antojó ajeno a su verdadero nivel.
Las mujeres mandaron en la lid caribeña y luego se anotaron en el campeonato mundial venidero. Otra vez demostraron la vitalidad de esa disciplina en el país.
Los chicos de las Pequeñas Ligas del Beisbol protagonizaron un evento nacional de altísima rivalidad, ganado sensacionalmente por Santa Clara. Ya en el evento caribeño, clasificatorio a la serie mundial, los anarajados quedaron a un paso de una clasificación histórica.
El año 2022 permitió continuar aplicando la nueva estrategia de desarrollo del beisbol cubano, aunque en las tensas condiciones de la economía, del bloqueo aplicado con saña por la administración estadounidense, de las 243 medidas de Donald Trump y la subversión política ideológica.
Mientras se intenta aplicar cada nuevo concepto y medida, el proceso se enfrenta a las muchas limitaciones existentes y sobre todo a la salida del país de jugadores de todas las edades, movidos en muchos casos por la valedera idea de triunfar en la MLB.
Esto último tuviera un matiz muy diferente si estuviera vigente el acuerdo entre la Federación Cubana de Beisbol (FCB) y la MLB, firmado a finales de 2018, un instrumento que trataba de ordenar un fenómeno que traspasa lo meramente deportivo para relacionarse con flagelos como el tráfico humano y la actuación de las mafias.
Otro reto de 2022 fue el enfrentamiento a la vulgar maniobra para despojar a la FCB de sus atribuciones y responsabilidades. Otra vez en Miami, en Florida, un grupo «creativo» llevado por intereses políticos y financieros trató de dar vida a la Asociación de Peloteros Cubanos Profesionales, interesada en todo, hasta en formar el equipo de las cuatro letras para el cercano V Clásico.
Aunque la Confederación Mundial de Beisbol-Softbol (WBSC) la desconoció, y la MLB dejó claro que la FCB ostenta los derechos para formar el equipo Cuba y representar a la Isla en lides internacionales, las maniobras no han terminado y pudieran tener penosos capítulos en el futuro.
El acercamiento a la WBSC tuvo muchas expresiones y una de las más claras estuvo en las visitas al país de su titular Riccardo Fraccari, así como en las relaciones con la Empresa TeamMate Corporation, patrocinadora de los elencos nacionales y encargada de servicios vitales a las lides domésticas.
Los contratos de jugadores en ligas foráneas siguieron marcando el panorama cubano, aunque los mayores éxitos se volvieron a cosechar en el circuito nipón gracias a estelares como Alfredo Despaigne, Liván Moinelo, Yurisbel Gracial, Yariel Rodríguez, Raidel y Ariel Martínez, entre otros.
El pinero Armando Jhonson y un grupo de entrenadores prestigiosos recibieron la tarea de dirigir el equipo nacional hasta el cierre del presente ciclo olímpico en 2024. Así se hizo realidad un viejo anhelo de la afición y la prensa especializada, al tiempo que se abrió por fin la posibilidad de ofrecer estabilidad y horizonte a la labor estratégica de un equipo de dirección.
El cierre del año ha estado marcado por las tempestades de la I Liga Élite, un evento necesario que deberá mejorarse para su segunda edición. Lo visto hasta ahora deja muy claro las dificultades a resolver en lo deportivo, lo organizativo, lo logístico y lo identitario.
Viene un 2023 inolvidable con la Serie del Caribe, el Clásico, la serie nacional, los juegos del Alba, los centrocaribes y panamericanos; las Pequeñas Ligas, la segunda liga élite y otras lides nacionales e internacionales.
No será fácil construir el éxito (deportivo y organizativo) en cada lugar y momento. Seamos claros… Pero intentarlo y sacar provecho de las lecciones aprendidas puede llevarnos a nuevas alegrías. Lo merecen los jugadores y la afición. Lo merece Cuba.
(Tomado de JIT)