Aniversario 66 de la caída en combate de Josué País, Floro Vistel y Salvador Pascual

Salvador y Floro cayeron bajo las balas de la dictadura, mientras Josué fue herido y posteriormente asesinado

Por: Rafael Novoa Pupo

Este 30 de junio, el pueblo cubano recuerda el aniversario 66 de la caída en combate de Josué País, Salvador Pascual y Floro Vistel, jóvenes revolucionarios que en desigual enfrentamiento contra esbirros de la tiranía de Fulgencio Batista, derramaron su sangre pero no en vano, ya que hoy inspiran con su ejemplo, los retos de las actuales y futuras generaciones.

El majestuoso parque Céspedes, ubicado en el corazón de la ciudad de Santiago de Cuba, había sido escogido ese día por los secuaces del régimen al mando del famoso gángster Rolando Masferrer, para desarrollar un mitin electorero en apoyo al gobierno, a fin de dar la sensación de que en la segunda ciudad del país imperaba la calma, farsa que constituía un desafío para las fuerzas revolucionarias.

Tales empeños vanos no podían tapar el resultado de la ola de represión, torturas y asesinatos de todo tipo, con que se intentaba confundir al pueblo. Ese mismo año, y en diferentes escenario heroicos de la lucha ciudadana y clandestina, ya habían muerto asesinados José Antonio Echeverría y los combatientes revolucionarios de Humboldt 7, así como varios jóvenes involucrados en la expedición del yate Corynthia, que tenían como misión apoyar la insurrección en la serranía.

Como respuesta a la incitación, Frank País García, jefe nacional de Acción y Sabotaje del Movimiento 26 de Julio, organizó varias acciones como la colocación de bombas debajo de la tribuna y en áreas aledañas al parque. Al producirse la explosión, esta sería la señal para que varios comandos armados salieran a la calle y dispararan al aire durante cinco minutos, con el fin de dispersar a los participantes en la concentración.

Desafortunadamente, los artefactos explosivos no estallaron como estaba previsto. Fue entonces que Josué País, jefe de uno de los comandos y que escuchaba por la radio el mitin en espera de las explosiones, sin poder comunicarse con el responsable del Plan, salió a cumplir su misión, junto con sus compañeros Salvador Pascual Salcedo, y Floromino Vistel Somodevilla.

Rastreados y perseguidos por la policía, justo en la intercepción del Paseo Martí y la Calzada de Crombet cuando los tres revolucionarios intentaban abandonar el vehículo, Salvador y Floro cayeron abatidos por las balas enemigas, en tanto  Josué herido de gravedad, logró salir de la máquina con pistola en mano, pero eran muchos los sicarios contra él, y lo capturaron todavía vivo. José María Salas Cañizares, otro asesino connotado, dio la aparente orden de que lo llevaran al hospital, lo montaron en el vehículo y allí le dieron un disparo en la sien que le causó la muerte. Posteriormente la dirección del M-26-7 le concedió a Josué el grado de capitán de milicias.

Exactamente un mes después del crimen, la vida quiso que el 30 de julio de 1957, cayera también abatido por la barbarie batistiana su hermano Frank, en el céntrico Callejón del Muro, esquina San Germán en unión de su amigo y combatiente del movimiento, Raúl Pujol Arencibia.

Tal como dijera el apóstol de la independencia José Martí: “…los cuerpos de los mártires son el altar más hermoso de la honra”. También sentenció: “…ningún mártir muere en vano”.

Gracias a ellos, tenemos hoy una patria libre y soberana. (Con información de Sierra Maestra y Agencia Cubana de Noticias).