El oro de Trinidad

El sitio de San Isidro de los Destiladeros exhibe altos valores arqueológicos. (Foto: Vicente Brito/ Escambray)

Por: Mairette Lorente Alfaro

Después de siete días de trabajo intenso y agotador, los participantes en el XV Evento de Arqueología Industrial: cerca de 20 entre especialistas y estudiantes de La Habana, Camagüey, Sancti Spíritus y Santiago de Cuba; celebrado en Trinidad, en el Ingenio de San Isidro de los Destiladeros, tuvieron la satisfacción de encontrar partes de cerámica cristal, de platos y botellas y cucharas. Siete soles con sus lunas que dejaron al descubierto los tesoros de Trinidad.

A golpe de pico y pala comienzan. Es temprano, el rocío refresca la mañana y acrecienta la sed.

Ellos, los conquistadores del oro, ya están allí. El ajetreo, la búsqueda insaciable, los mueve.

Pican, hieren la tierra, remueven ese tesoro oculto, escondido durante años, olvidado.

Hoy, han hallado una veta. Detrás de los furibundos ladrones, usurpadores de lo profundo, llegan otros, los que purifican con agua, rebuscan y encuentran lo valioso entre tanto desorden; quienes develan al final el secreto.

Ya es definitivo, en el Valle, hay oro.

Remueven, a ratos conversan. Una mano libre aparta el sudor, arranca una piedra, quita una raíz. El tesoro está; ¿pero dónde?

Jornadas bajo el sol, cavando, buscando entre el polvo, y de vez en vez, los restos.

7 días, quince años: demasiado tiempo, demasiado misterio.

Ellos, los arqueólogos, ya se van,  se van con las manos vacías; y aquí, en este suelo regado con sangre esclava y guarapo, dejan el oro, en la superficie. Revelan la historia, para que nos siga contando, desde su sueño infinito, esta vez de cara al sol.