Carteros, héroes de nuestra cotidianidad

Foto: Aracelia del Valle / Escambray

Por: José Rafael Gómez Reguera

Carteros: la palabra. Más que significados, que desde luego los posee, tiene olores y sabores. Desde la más remota antigüedad, los carteros existen, bajo diversas modalidades, unas más sofisticadas que otras. Pero siempre presentes hasta en los barrios más humildes y alejados de los centros urbanos. Trinidad, una ciudad apegada a costumbres ancestrales, no es la excepción.

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Apenas despunta el día y cada persona quiere tener en sus manos los periódicos, para enterarse con amplitud de lo que en la jornada anterior escuchó por la radio o vio en la televisión, repasar historias y enfrentarse con cosas interesantes y hasta insólitas, acercarse a la cultura, el deporte, y hasta discrepar por lo publicado. Para la tarea, ahí están nuestros carteros, verdaderos conocedores de la geografía de cada calidad, quienes andan y desandan por estas calles nuestras, convertidos en personas imprescindibles, familiares.

Lo mismo sucede cuando esperamos una de esas ya rarísimas cartas manuscritas, u otro a punto de extinción, el telegrama. O necesitamos del auxilio de un giro postal o telegráfico.

Su misión es tan antigua que se pierde en la historia de la humanidad, y a veces hasta riesgosa, porque el tiempo es impredecible. Si hay atrasos en la impresión de la prensa, ellos dan el rostro. Si lo esperado no aparece, igual. Ellos tratan de cumplir con su tarea con presteza y profesionalidad, en tiempos del correo electrónico, internet y la telefonía celular o convencional, ambas presentes hasta en recónditos lugares.

Pronto Trinidad, como Cuba entera, estará celebrando el aniversario 264 de establecido el primer servicio oficial de servicio de correos del país, creado el primero de marzo de 1756. Y nuestros carteros son herederos de aquellas tradiciones. Valga esta nota para reconocer su desempeño, y una vez más, rendirles homenaje.