Perucho Figueredo: en el corazón de Cuba

Imagen: ACN

Por: José Rafael Gómez Reguera

Cuando cualquiera se refiere a Perucho Figueredo (Pedro Perucho Figueredo Cisneros (Bayamo, el 18 de febrero de 1818 – Santiago de Cuba, 17 de agosto de 1870) es casi seguro que a su mente venga la letra y la melodía de La bayamesa, marcha guerrera que devino Himno nacional cubano.

La letra original de La bayamesa era la siguiente:

Al combate corred, bayameses,
que la patria os contempla orgullosa.
No temáis una muerte gloriosa,
que morir por la Patria es vivir.

En cadenas vivir, es vivir
en afrenta y oprobio sumido.
Del clarín escuchad el sonido.
¡A las armas valientes corred!

No temáis; los feroces iberos
son cobardes cual todo tirano
no resiste al brazo cubano
para siempre su imperio cayó.

Cuba libre; ya España murió
su poder y orgullo do es ido
¡Del clarín escuchad el sonido,
a las armas valientes corred!

Contemplad nuestras huestes triunfantes
contempladlos a ellos caídos,
por cobardes huyeron vencidos
por valientes supimos triunfar.

¡Cuba libre! Podemos gritar
del cañón al terrible estampido
¡Del clarín escuchad el sonido,
a las armas valientes corred!

Partitura de La Bayamesa, Himno Nacional de Cuba. Foto: Ecured

Al oficializarse como Himno Nacional de Cuba, una vez independizada la Isla, se suprimieron las estrofas que, producto de casi cuatro siglos de humillaciones e ignominias, a partir de entonces herían la sensibilidad del pueblo español, al cual los cubanos hemos permanecido siempre muy unidos por lazos de sangre y de cultura. De esta manera, quedaron solo las  dos primeras estrofas.

Las partituras originales del himno desaparecieron en el incendio de Bayamo, pero el autor repitió la escritura de la partitura para voz y piano a petición de una amiga, y ésta, también original, se conserva en los fondos del Museo Nacional de la Música, y se expone al público. Permanentemente se muestra una copia junto a la efigie en plumilla de Perucho Figueredo junto a una Bandera cubana.

Perucho Figueredo: algo de su historia

Perucho fue enviado a estudiar en La Habana en 1834 en el colegio donde trabajaba y luego dirigiera José de la Luz y Caballero. En 1838 allí se graduó de bachiller en Filosofía. Viajó a Barcelona a estudiar Derecho y también cursó clases de piano, hasta que en 1842 se graduó de abogado, trasladándose a Madrid con el objetivo de revalidar su título en la Universidad Central, al tiempo que recorrió varios países de Europa.

En 1844 solicitó a la Real Audiencia de Puerto Príncipe la incorporación de su título de abogado, mientras su padre, regidor, alcalde y mayor provincial, le otorgó poder general para que lo representara en todos los pleitos. Cuatro años después fue nombrado alcalde ordinario segundo de la ciudad de Bayamo.

En 1851 fundó, junto a Carlos Manuel de Céspedes, la Sociedad La Filarmónica, centro cultural bayamés que agrupaba a intelectuales de la región como Juan Clemente Zenea, José Fornaris, José Joaquín Palma y José María Izaguirre.

Al año siguiente de fundada esta institución, ocupó el cargo de delegado de Marina, y ya figuró en un listado de sospechosos por infidelidad al gobierno español. En 1853 se le llamó a declarar por el acuchillamiento del retrato de la reina Isabel II y fue designado juez subdelegado de Marina. Ante el peligro de ser deportado por infidencia se vio obligado a trasladarse hacia La Habana, donde se radicó en 1854. Como abogado de los tribunales de la nación representó diferentes causas judiciales; entre ellas, algunas de familias bayamesas con intereses en la capital.

En 1857 publicó, junto a José Quintín Suzarte y Domingo Guillermo de Arozarena, el periódico El Correo de la Tarde, suspendido por sus fuertes críticas al gobierno colonial español. También colaboró con la revista siboneyista La Piragua, en la cual aparecieron «Excursión a la gran sabana de Yara» y la contradanza «La Piragua».

En 1858 regresó a Bayamo con su familia y tres años después sufrió prisión domiciliar durante 14 meses por escribir al gobernador superior de la Isla, manifestándole la incompetencia del alcalde mayor de la ciudad Gerónimo Suárez Ronte.

Trayectoria revolucionaria

Encerrado en su mansión, estudió táctica militar y escribió artículos sobre costumbres cubanas. Su casa se convirtió en centro de reunión de los bayameses. En 1867 se integró a la logia Redención, presidida por Francisco Vicente Aguilera.

El 13 de agosto de 1867 acordaron, junto con Francisco Maceo Osorio, convocar a la constitución del Comité Revolucionario de Bayamo, centro aglutinador de los trabajos conspirativos en la región y en el cual ocupaba el cargo de vocal.

También fue designado para que escribiera la marcha de guerra y pasara en comisión a La Habana a establecer contactos con los partidarios de la insurrección en la capital, se entrevistó con José Morales Lemus, Miguel Aldama y otras figuras importantes de la región.

Su casa de Bayamo fue el centro principal de la conspiración independentista en la región oriental. El 14 de agosto de 1867 se realizó una reunión secreta en la casa de Perucho Figueredo en la que se formó el Comité Revolucionario de Bayamo, el cual integró como vocal. Ese día escribió la letra de la marcha guerrera La bayamesa, que se convertiría en el Himno Nacional de Cuba.

El 3 de mayo de 1868 le entregó al músico Manuel Muñoz (1813-1895), director de la orquesta de la Iglesia Mayor, una copia de su composición La bayamesa para que le compusiera la música e hiciera la instrumentación. Al mes siguiente se interpretó en presencia del gobernador de la ciudad, coronel Udaeta, y de otras autoridades españolas durante las celebraciones de la fiesta religiosa del Corpus Christi.

El 4 de agosto de 1868 asistió a San Miguel del Rompe, hacienda de Las Tunas, donde se efectuó la reunión conocida como la Convención de Tirzán, en la cual se debatió sobre la organización y fecha de inicio de la contienda libertadora.

El 1 de septiembre de 1868 participó en la reunión de la hacienda Muñoz para la preparación de la guerra contra España. Integró también, en calidad de vocal, el Comité Revolucionario de Oriente. Ante las divergencias, el 3 de septiembre volvió a reunirse, esta vez en la finca Muñoz también en la región tunera, donde se aprobó aguardar hasta el fin de la zafra 1868-1869 para iniciar la lucha. El 7 de octubre, el capitán general de la Isla ordenó su detención, junto con Carlos Manuel de Céspedes.

Este imprevisto motivó que la fecha de alzamiento, acordada previamente por Céspedes y sus seguidores para el día 14, se adelantara, y el 10 de octubre de 1868 se produjo el alzamiento de La Demajagua, dando inicio a la guerra de independencia contra España.

Pintura sobre el incendio de Bayamo.

Al recibir la inesperada noticia del alzamiento de Céspedes, organizó, junto con Maceo Osorio y Donato Mármol, a los conspiradores de Bayamo. El 12 de octubre, después de sucedido el revés de Yara por las fuerzas cubanas, y decidida la toma de la ciudad de Bayamo, recibió un mensaje de Céspedes en el cual le informaba que se dirigía con el general dominicano Luis Marcano rumbo a la zona de Barranca.

En su ingenio Las Mangas, Figueredo se reunió con 32 hombres armados, grupo que denominó La Rusia, y al día siguiente, luego de rechazar las peticiones de paz procedentes de las autoridades españolas, dirigió una proclama al pueblo bayamés en el cual lo llamaba a la incorporación a la lucha.

El 15 de octubre de 1868 se entrevistó con Céspedes en Barranca y junto al general Marcano organizaron la toma de Bayamo. Canducha Figueredo, su hija de 17 años de edad, fue designada como abanderada de la tropa. El 20 de octubre se derrotó la guarnición española de la ciudad y los rebeldes tomaron Bayamo. El pueblo alrededor de la plaza de la Iglesia Mayor le pidió la letra de la marcha guerrera (escrita por él el 14 de agosto de 1867), la cual dio a conocer montado en su caballo.

Al formarse el Gobierno provisional en Bayamo, fue nombrado jefe del Estado Mayor y el 6 de noviembre publicó en el periódico El Cubano Libre un artículo en el cual se calificaba de conspirador privado y público contra el colonialismo español.

El 11 de abril de 1869, en la Asamblea de Guáimaro fue designado subsecretario de la Guerra del Primer Gobierno de la República en Armas, con grado de Mayor General. También se desempeñó como jefe de despacho del presidente Carlos Manuel de Céspedes.

El 18 de diciembre de 1869 renunció a la subsecretaría de la Guerra por estar en desacuerdo con la destitución del general en jefe, mayor general Manuel de Quesada, y aunque Céspedes no la aceptó, realmente se desentendió de sus obligaciones. A mediados del año siguiente Perucho cayó enfermo de fiebre tifoidea.

Muerte

Cayó prisionero de los españoles el 12 de agosto de 1870 cuando se encontraba convaleciendo de fiebre tifoidea, en la finca Santa Rosa de Cabaniguao, en Las Tunas. Fue conducido a Santiago de Cuba y fusilado cinco días más tarde. (Ecured)