Por: Ana Martha Panadés Rodríguez
Fidel Castro confió siempre en los jóvenes; sabía que reunían la inteligencia, el coraje y la creatividad para creer en los sueños y luchar por ellos. Fue él, joven abogado y ferviente seguidor de las ideas de José martí, quien forjó el aliento de la Generación del Centenario para juntar a otros y surcar los mares en la expedición del Granma, escalar la Sierra Maestra, luchar y morir en épicos combates, abrazar la Revolución triunfante.
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Ni en las peores circunstancias, ni en los momentos más tensos en el camino al socialismo, el Comandante en Jefe olvidó los lazos que lo unieron con la juventud cubana. Siempre encontró tiempo para escuchar sus preocupaciones, intercambiar ideas, aconsejar como un padre y hasta compartir un juego de pelota. Y desde su estatura de gigante y su traje verde olivo, le vimos reír junto a los niños, anudarse pañoletas, tomarlos en los brazos y caminar hacia el futuro. Es el Fidel de los cubanos, entrañable, amigo, guía.
En muchos de sus discursos dedicó emotivas palabras a los jóvenes, acompañadas siempre de confianza plena en los valores que habitan en los corazones más nuevos. Es la herencia que con más celo guardan los cubanos de Fidel. Su verbo encendido y su sabiduría infinita ayudaron siempre a comprender los convulsos procesos que vive el mundo y que él no dejó de denunciar en todas las tribunas internacionales para arrancar la ovación del auditorio.
Los nexos del líder de los cubanos con las nuevas generaciones conservaron siempre un espíritu paternal. Fue capaz de aquilatar la fuerza que vive en los jóvenes, el poder de su voluntad, su arrojo, la transparencia de sus sentimientos. Y a la altura de sus noventa años no dejó de ser aquel muchacho intrépido, fiel a sus convicciones, que se propuso junto a sus hermanos de lucha liberar un país, cambiar para bien el curso de la historia.
«Si los jóvenes fallan, todo fallará. Es mi más profunda convicción que la juventud cubana luchará por impedirlo. Creo en ustedes».
Fidel nunca dejó de creer en la juventud cubana. Por eso siempre confió en la continuidad de la Revolución aún sin su presencia física. Por eso, en el cuarto aniversario de su partida, su legado vive y se multiplica en las nuevas generaciones que han forjado, desde las vivencias y anécdotas de los mayores, una imagen muy íntima del hombre de corazón inmenso, carismático, convincente.
En tiempos de lucha y resistencia los cubanos de todas las generaciones le confían el futuro y en fila unida volvemos la mirada a sus enseñanzas, a las palabras que siempre dedicó a los jóvenes, con una vigencia casi profética en medio de complejos desafíos a causa de la crisis global agravada por la pandemia.
«Creo que más que nunca, más que en ninguna otra época, por ser esta la más difícil, la más dura, se requiere de un trabajo especial con la juventud y en la formación de nuestros jóvenes, porque no puede ser que los que vengan después de esta generación dejen de ser mejores.»
«Queremos que tengan el máximo de conciencia de su papel, de lo que pueden hacer por su país, de lo que pueden hacer por la Revolución, de lo que pueden hacer por su futuro.»