En este centro, perteneciente a la oficina del Conservador de Trinidad y el Valle de los Ingenios, radica uno de los 90 vacunatorios certificados del municipio
Por: Ana Martha Panadés Rodríguez
Por estos días la Escuela de Oficios de Restauración Fernando Aguado de la ciudad de Trinidad luce animada; jóvenes, adultos y ancianos inundan los espacios de este centro convertido en uno de los vacunatorios del municipio; los brazos reciben a Abdala y la satisfacción asoma en cada rostro.
Todo el claustro docente acompaña al personal sanitario en el proceso de inmunización, que no se detiene y cada día son aplicadas alrededor de 200 dosis del fármaco en un proceso bien engranado desde que en horas de la mañana llegan los bulbos y las licenciadas en enfermería Bárbara Morales y Acelia Medinilla -con manos de ángeles- administran la vacuna.
A pesar de la rapidez del pinchazo, Bárbara no descuida ninguna parte del protocolo, pues reconoce que constituye la manera más efectiva de protegerse y también a quienes acuden al sitio clínico: “Todos están muy satisfechos; a veces tenemos que tranquilizar a alguien que llega un poco nervioso, le explicamos la seguridad de la vacuna cubana y le transmitimos mucha confianza”.
Regla Pomares confirma sus palabras. La anciana de 70 años se sintió un poco tensa, aunque su presión arterial se encuentra en los parámetros normales: “Es la emoción, hemos vivido momentos muy difíciles a causa de la pandemia y esperamos este momento con mucha esperanza”. Y apenas sin tiempo para el susto recibe el pinchazo salvador. Minutos después –en uno de los salones habilitados para la vigilancia- sonríe aliviada.
Para Acelia Medinilla Vázquez bastó una llamada telefónica; la enfermera jubilada, con 43 años de ejercicio profesional, decidió no perderse la oportunidad de ser parte de una experiencia única, tremendamente humana: “Comencé a trabajar como enfermera desde los 17 años; el amor por esta profesión lo llevo en mis venas; he cumplido tres misiones internacionalistas, pero esta vivencia es maravillosa”.
Y aunque no niega sus temores, sabe que si toma todas las medidas no hay peligro de contagio: “Cada vez que administrouna vacuna a mis pacientes, a mis compañeros, a mis amigos, me siento emocionada y segura, le doy gracias a mi pueblo, a la Revolución a nuestros científicos; todos somos protagonistas de esta victoria contra la pandemia.”
La directora de la escuela, Marianela Herrera Martínez, entra en varias ocasiones para supervisar que nada interrumpa el proceso de inmunización. Ella asegura que desde que el centro fue designado como punto de vacunación para la población del consultorio médico número 17, el colectivo se sumó a la tarea de habilitar los locales necesarios para garantizar el éxito de la campaña.
“Desde el primer día todo fluye de forma satisfactoria, el personal de salud desarrolla una labor encomiable, tanto los profesionales, como los estudiantes de Medicina que apoyan el proceso. Los profesores también permanecen en la institución, atentos a las necesidades de esos compañeros que muy bien se ganaron el calificativo de valientes”.
Ella, como tantos cubanos y trinitarios, añora el tiempo en que la COVID-19 sea apenas un mal recuerdo. Su optimismo se sustenta en la confianza que el pueblo profesa a los científicos que se entregaron en cuerpo y alma para crear nuestras vacunas: “Vivimos por estos días una especie de fiesta de pueblo, todos esperábamos ansiosos este momento y hoy nuestros brazos están tatuados con Abdala.”