
Héctor Miranda era uno de esos seres marginales que desandaban las calles de Trinidad, hambriento y perdido, en busca del argumento del día. Ayer pudo ser un reencuentro, alguien a quien no veía en años y que le reconoció y le regaló cigarros y algo de beber. A la jornada siguiente quizás toparía con una chiquilla de facciones candorosas; y ese recuerdo le obligaría a escribir algo, preferiblemente algunos versos faltos de sobriedad, que le aliviarían el ardor por unas semanas, hasta que se le borrara la imagen. Continuar leyendo «Uno de la Otredad: Héctor Miranda Reguera»