Por: Juan Carlos Naranjo
Entre los jóvenes de Trinidad, la discoteca Ayala, del hotel Las Cuevas, ocupa el primer escaño en sus preferencias, de entre los centros nocturnos que animan al divertimento. Para la mayoría de los turistas foráneos, este espacio natural, signado por el exotismo, despunta como visita obligada a su paso por este, uno de los destinos turísticos más demandados de Cuba.
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No hay sala de fiesta que se le iguale en toda América y el Caribe. Es una suerte de viaje a las profundidades que conduce al reencuentro con conocidos, a la vez que abre senderos para agrandar la lista de amigos de aquí, allá, acullá.
La disco Ayala está enclavada en una cueva natural, perteneciente a un amplio sistema cavernario, a 45 metros bajo tierra, donde se han ejecutado algunas acciones imprescindibles para adaptarla al servicio, y hace pocos meses se ejecutó la reparación de la instalación, que incluye su sistema de iluminación, las pantallas y los equipos de audio, así como la señalética, esto último a cargo de la Corporación Cimex Cienfuegos.
Este centro nocturno tiene actualmente una mejor imagen, que lo hace mucho más atractivo, según Leidy Calzada Peña, directora del complejo hotelero Trinidad Ciudad, que incluye otros sitios de alojamiento.
La capacidad de esta discoteca, según estudios hechos por especialistas del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (CITMA), ronda los 600 clientes, cifra que se alcanza, sobre todo, los fines de semana, mucho más en la temporada de alza turística invernal.
Entre luces multicolores, música tecno, salsa y baladas, apenas se percibe allí el transcurrir de la noche, y pareciera corto el tiempo desde que abre sus puertas a las 10.30 de la noche hasta las 3 de la madrugada, todos los días del año.
Aunque en el espacio están creadas las condiciones para mantener el orden y la disciplina, solo se admiten ciudadanos que rebasan los 18 años de edad, toda vez que en el lugar se mantiene la venta de bebidas alcohólicas.
Calzada Peña destacó que con respecto a este lugar solo se comercializa una discoteca en una cueva con atractivos naturales y no su historia, pues la gruta sirvió de guarida a Carlos Ayala Agama, un maleante que vivió a finales del siglo XIX en Trinidad, tristemente célebre por sus crímenes probados, por los cuales fue condenado a pena de muerte por el sistema judicial de esa época colonial.
