¿Por qué Trinidad de Cuba ingresa a la Red de Ciudades Creativas de la UNESCO?

Trinidad se convirtió en una de las nuevas 66 urbes del mundo declaradas por la UNESCO como Ciudades Creativas. Foto: Oscar Alfonso/ Escambray.

Trinidad, la Tercera Villa cubana, y La Habana, son las primeras localidades de Cuba en ingresar a la Red de Ciudades Creativas de la Unesco

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La centrosureña ciudad de Trinidad une a sus ya diversas categorías una nueva que la distingue de otras muchas de Cuba e incluso allende los mares, y es la de inscribirse en la Red de Ciudades Creativas de la Unesco.

La Habana y Trinidad son las primeras localidades de Cuba en ingresar a dicha red de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), iniciativa creada en 2004 para promover la cooperación y el desarrollo al respecto.

En el caso de La Habana, la incorporación se debió a su vinculación con la música, en tanto a Trinidad la acreditan su artesanía y artes populares.

Desde 1988 la Unesco declaró al centro histórico urbano de esta localidad Patrimonio Cultural de la Humanidad, junto al Valle de los Ingenios, emporio azucarero hasta la primera mitad del siglo XIX. Además, la villa fue considerada en 2018 una de las siete urbes coloniales más bonitas de Latinoamérica, según la publicación Pin and Travel, especializada en viajes.

Las playas de Cuba son conocidas mundialmente pero esta isla caribeña cuenta también con algunas de las ciudades más bonitas del mundo, como Trinidad, refería el artículo de esa revista digital, perteneciente al grupo Barceló Hotel.

Fundada en enero de 1514, Trinidad es catalogada por los especialistas como una de las ciudades coloniales mejor conservadas de América, donde prevalecen las calles de piedra, los tejados de color rojo, vitrales, patios interiores y palacetes, muchos de ellos convertidos en museos.

Con la llegada de septiembre de 2018 recibía la condición de Ciudad Artesanal del Mundo en un acto oficial efectuado en la Plaza Mayor del centro histórico, pues la artesanía trinitaria, con sus rasgos distintivos, fue convirtiéndose en tradición.

Es clasificada, asimismo, como uno de los más importantes destinos turísticos de la mayor de las Antillas.

La cestería, los sombreros y los trabajos en barro (alfarería) forman parte, igualmente, del arte popular trinitario. Foto: Oscar Alfonso/ Escambray.

ENTRE HILOS Y AGUJAS

Expertos consideran que la tradición artesanal en Trinidad de Cuba está indisolublemente vinculada a su historia y condición de tercera villa fundada en la isla por los conquistadores españoles.

Uno de los textos consultados asegura que la noticia más antigua sobre el tema de las manualidades está en un documento de 1520, cuando un mercader asentado en la otrora villa de la Santísima Trinidad recibió como pago cuatro mil 700 maravedíes por un tejido de terciopelo llegado desde Sevilla, España.

Luego, en 1587, un anuncio señalaba: ‘un vecino de la villa nombrado Cristóbal Martel ofrece mercadería propia para obras de lencería, cordones de seda, botones, cintas, hilos y agujas’.

Estas son las referencias más antiguas sobre el origen del patrimonio intangible asociado a los bordados, tejidos y deshilados.

En la actualidad, entre los proyectos del trabajo artesanal sobresale el Taller de Manualidades Siempre a mano, que realiza ciclos de aprendizaje y perfeccionamiento de varias técnicas de bordado, conducido por la creadora Mary Viciedo.

La pintora trinitaria Yudit Vidal Faife incorpora a su obra los elementos de la lencería local, dentro del proyecto Entre hilos, alas y pinceles, mientras la mundialmente conocida familia Santander legitima el barro.

Sorprendidos quedan nacionales y extranjeros ante las obras artísticas expuestas, al comprobar cómo en la conocida Ciudad Museo del Caribe siguen vivas las confecciones de manualidades de antaño.

Estas creaciones son también el modo de subsistencia de varias generaciones de trinitarios, incluyendo -sin prejuicios de ningún tipo- a hombres con talento para ello y deseos de hacer.

Servilletas, tapetes, manteles, vestidos y otras piezas son confeccionados con diferentes técnicas de la aguja. Una de ellas, La trinitaria, con dibujos que asemejan los arabescos de las típicas rejas coloniales, es una puntada muy utilizada.

No se quedan detrás aquellas labores realizadas con el crochet de horquilla, el frivolité, el deshilado y el encaje Tenerife, unido al miñardí y el bolillo.

Las técnicas de bordados de randa, los puntos, figuras bordadas, de solecito, festón, la barahúnda y la flor de pascua, son el tesoro intangible que sostiene la economía familiar de muchos trinitarios.

Los visitantes quedan sorprendidos al comprobar cómo en Trinidad siguen vivas las confecciones manuales de antaño. Foto: Oscar Alfonso/ Escambray.

INGENIO MANUAL

En los alrededores de la casa-hacienda Manaca Iznaga se pueden encontrar bellos trabajos de manualidades, donde impera el blanco, aunque se le suman distintos lugares del centro de la ciudad, pero lo cierto es que en el sitio donde se alza esa mansión en el valle se respira un ambiente especial, como de épocas pasadas, combinado con la torre, plena de leyendas.

Una treintena de urbes en todo el planeta han merecido la condición de Ciudad Artesanal. Entre las cuatro latinoamericanas se incluye Trinidad por sus prácticas con deshilados, cestos, cerámica y bordados.

De la exclusividad de sus inicios, en aquellas mansiones señoriales donde las jóvenes aprendían el arte de tejer y bordar en el bochorno de la tarde, pasó a las manos de hombres y mujeres de pueblo.

Y la hermosa Trinidad, descrita por muchos como detenida en el tiempo, sigue aspirando ahora a obtener la condición de Ciudad Gastronómica del Mundo.

Eventos como el I y II Seminarios Gourmet 2018 y 2019, respectivamente, vinculados a la culinaria y la coctelería, son un paso hacia ese futuro que se avizora y que ha sido palpado por los asistentes extranjeros a estos encuentros.

Además, los visitantes disfrutan en La Canchánchara, céntrico lugar considerado el único sitio en Cuba donde se expende esta refrescante bebida elaborada con miel de abeja, zumo de limón y aguardiente de caña.

La cestería, los sombreros y los trabajos en barro (alfarería) forman parte, igualmente, del arte popular trinitario y de ello se precian las obras salidas de las manos de la familia Santander. Ejemplo de ello son jarrones y sonajeros con las clásicas campanitas colgantes que a la más mínima brisa dejan escuchar su tintinear característico.

En 2007 la familia Santander recibió el Premio Especial de la Unesco a la Maestría Artesanal.

Trinidad, Monumento Nacional, Patrimonio Cultural de la Humanidad, llamada Ciudad Museo del Caribe y declarada Ciudad Artesanal del Mundo por el Consejo Mundial de Artesanías, amaneció el 31 de octubre último con la buena nueva de ser electa Ciudad Creativa en el Día Mundial de las Ciudades, porque es indiscutible que el ingenio manual sobresale en la tercera villa de Cuba. (Agencia Prensa Latina)