Por: José Rafael Gómez Reguera
Esfuerzos y compromisos se dan la mano en Trinidad de Cuba cuando celebramos el Día del Trabajador de la Cultura, fecha instituida en honor a quien fuera considerado como el poeta de la Generación del Centenario, Raúl Gómez García, revolucionario cubano asesinado en el asalto al Cuartel Moncada, quien naciera el 14 de diciembre de 1928.
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Pródigos han sido estos últimos tiempos para Trinidad, reconocida en este 2019 como Ciudad Creativa por la UNESCO, título que se suma a otros otorgados igualmente por ese organismo del Sistema de las Naciones Unidas, como los de Ciudad Patrimonio Cultural de la Humanidad, primero, y hace poco más de un año, el de Ciudad Artesanal del Mundo, categoría otorgada oficialmente el 15 de septiembre de 2018.
Los protagonistas de estos éxitos son los cientos de hombres y mujeres involucrados en las tareas que desarrollan las diversas instituciones culturales, de conjunto con el ámbito turístico y otras esferas que se entrelazan, pues sin ellas sería impensable garantizar el alumbrado público, la limpieza de los espacios y su protección; el cuidado de la jardinería, las tonalidades de las fachadas, el esmero de cada obra edificada…
Ahí también está la labor del propio pueblo, que ha sabido conservar sus costumbres y tradiciones, y al amar a su ciudad y su entorno de hermosura privilegiada, hace de cada día una jornada importante en pos del patrimonio, tanto el edificado como el intangible.
La Tercera Villa de Cuba, fundada en enero de 1514 y ya próxima a su cumpleaños 506 parece detenida en el tiempo, pero solo parece, por su fisonomía, el ambiente de sus calles, parques, plazas y plazuelas. Detrás de cada fachada bulle la vida, esa que consigue que la también llamada Villa del Táyaba sea admirada por el calor de sus gentes, la humildad, ese poder de darse a los demás.
Si Trinidad anda en pos de ser declarada por la UNESCO como Ciudad Gastronómica, entonces hay el compromiso de rescatar y revitalizar platos típicos, ponerlos a disposición de los comensales, publicitarlos, recomendarlos antes que otros. Esas comidas devendrán también tarjeta de presentación de nuestra ciudad, como ya lo son sus paisajes urbanos y rurales y sus playas.
Para quienes laboran en los centros culturales, siempre hay un reto por delante, porque la cultura se expresa de diversas maneras, y no solo por los exponentes de galerías y museos, relevantes de por sí.
Lo mismo con un saludo que con la plática amigable, o con la naturalidad con que se cuenta una leyenda y se narran historias antiguas de Trinidad y su Valle de los Ingenios, el trinitario muestra su distinción, y el visitante nacional o foráneo lo agradece. Eso también es cultura.