Por: José Rafael Gómez Reguera
Cuando Trinidad ni soñaba con restablecer su radioemisora, hecho conseguido muchísimos años después, ya Radio Topes de Collantes surcaba el éter desde el corazón de las montañas del centro de Cuba, a 800 metros sobre el nivel del mar. Allá laboraba Pedro Pérez Madrigal, incansable buscador de noticias, reportero de intuición, quien bautizara ese hermoso lugar como “un paraíso entre las nubes”. Esa frase es suya.
Había nacido un 29 de febrero, y bromeaba constantemente con eso de que él cumplía años cada cuatro. Entonces, con esa lógica ilógica, sus años eran escasos, en contraposición con su buen sentido del humor, ese que le alejaba de las bromas malintencionadas. Algunas, con cariño de fondo, no dejaban de ser maliciosas. Pero él, con ese espíritu de buenazo para todo, las dejaba pasar…
Le recuerdo con inmensos deseos de trabajar en Radio Trinidad cuando nuestra emisora había conseguido volver a predios sureños tras muchísimos años de ausencia, solo apaciguados con el Estudio No. 1 de Radio Sancti Spíritus en nuestra ciudad. Siempre quiso conseguirlo, estar en una ciudad que, dijo, adoraba. Reconozco mi reticencia por muchos motivos, el principal, la carencia de un sitio apropiado para que viviera y resolviera sus necesidades básicas. Pero no cejó en su empeño hasta que lo consiguió.
Pérez, como cariñosamente le llamábamos, era hombre de una sencillez extraordinaria, y no había espacio noticioso en que no quisiera estar presente. Cualquier orientación recibida la cumplía al pie de la letra, y con esa paciencia que le caracterizaba, acariciaba las viejas máquinas de escribir del Departamento Informativo y sacaba cuartillas como por arte de magia.
La magia en su caso no era tal. Constituía el resultado de horas caminando por la ciudad, haciendo llamada tras llamada, acudiendo a centros laborales y estudiantiles, colectivos cederistas y de federadas, zonas campesinas, imponiéndose a sus años y haciendo que cada minuto contara.
Ese es el Pedro Pérez Madrigal que recordamos más allá de los muchos años que ya nos separan de su partida física, luego de un larguísimo currículum laboral que incluyó no solo a la emisora provincial, sino también a su muy querida Radio Reloj, en tiempos totalmente analógicos, en los que ni soñábamos con una computadora; menos con teléfonos celulares. Quizás, por eso mismo, echamos de menos sus fotos…
Sin embargo, Pérez Madrigal sigue entre nosotros con su sonrisa de siempre, ese buen carácter incluso cuando recibía una crítica acerca de algún elemento en su trabajo, hecha de la mejor manera para no herir su sensibilidad. Le tenemos presente cuando escribimos, al referirnos a su querido Topes de Collantes, al quehacer de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC), de la cual era miembro de su ejecutivo local, en tanto mostraba orgulloso su permanencia, carné mediante, de la Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP)…
En otro de los escasos 29 de febrero, felicidades, amigo, compañero. La eternidad es tuya.