Por: José Rafael Gómez Reguera
Trinidad se acerca al aniversario 507 de su fundación. Fue la Tercera Villa de Cuba, y a partir de enero de 1514, cuando iniciara su andar por los alrededores del cacicazgo de Manatiguahuraguana hasta los días de hoy, corren deslumbrantes historias y leyendas.
No poco es lo fabulado desde ese portentoso traslado hasta la zona que hoy ocupa, cerca del mar y del monte, respirando el aire fresco y saludable del mar Caribe, por un lado, y con los soplos benéficos de sus cercanas montañas del macizo Guamuhaya, en una perfecta combinación que pocos se atreven a poner en duda cuando se sitio apacible y hermoso se trata.
Los cantores han hecho lo suyo, con Catalina Berroa como figura prominente, y su tema La trinitaria, datado en 1867, pasando por muchos otros, entre los que solo mencionaré a esa excelsa figura que es Isabel Béquer (La Profunda), y canciones verdaderamente trascendentales, aunque solo mencionar a Quietud de Cristal ya de por sí enamora.
Imposible dejar a un lado todo lo que a su terruño dedicaron Pedrito González Lozano y José Ferrer Acosta, en su Dúo Escambray, con Cerca del mar y del monte, todo un himno casi insuperable hasta los días de hoy, o Trinidad, Patrimonio de la Humanidad, que también resuena en cada enero en las principales celebraciones de la Ciudad Museo del Caribe.
Trinidad es tierra de músicos, trovadores, artesanos, poetas, escritores, artesanos, periodistas, pintores, cantores, y de muchas otras manifestaciones artísticas que ennoblecen el alma y hacen única a una ciudad de calles empedradas, a veces serpenteantes; plazas y plazuelas que embelesan, noches bohemias que invitan a trasnochar y paisajes para dejar en la retina o el lente de una cámara, con la seguridad de que una vez conocida, amarán eternamente.