Julio del Sol: Polo Viejo no cayó en manos de los bandidos

Julio del Sol, uno de los defensores del cuartel de Polo Viejo Foto: Juan Antonio Borrego.
Julio del Sol, uno de los defensores del cuartel de Polo Viejo Foto: Juan Antonio Borrego.

Por: Ana Martha Panadés Rodríguez

El 25 de enero de 1963, Polo Viejo, un pequeño poblado de las montañas, se convirtió en un baluarte de resistencia y coraje. Más de 40 bandidos, dirigidos por Julio Emilio Carretero, uno de los más sanguinarios soldados del ejército de la tiranía batistiana, llegaron decididos a desactivar el estratégico lugar, a poco más de 30 kilómetros del municipio espirituano de Trinidad, y apropiarse de las armas del cuartel de las Milicias Nacionales Revolucionarias.

Julio del Sol González, uno de los sobrevivientes, recuerda cada detalle del combate, en el que participaron también Félix Paso, administrador de la tienda y Maximiliano García, al frente del cuartel de las Milicias Revolucionarias:

“Maxilimiano le preguntó a un campesino aliado a los alzados a qué venía y él respondió que venía de parte de Carretero para que le entregáramos las armas y nos dejarían en paz”.

Pero la respuesta de los campesinos sonaba a desafío: “Dile a Carretero que venga a cogernos las armas y a nosotros también”.

La pequeña instalación militar, que guardaba armas largas automáticas y semiautomáticas, permanecía custodiada por Maximiliano García, pues el resto de los combatientes se encontraba movilizado en otras zonas. Solo la audacia de una mujer acabó con los planes de los alzados.

“Petrona del Sol Ruiz estaba aquí también”, y los detalles dibujan los recuerdos de Julio, entonces responsable del ganado porcino de la granja: “Ella reconoció en el grupo de hombres armados al contrarrevolucionario y pariente, Ramón del Sol. De inmediato envió la alerta; estuvo todo el tiempo en el cuartel con su hijo de 9 años”.

Pese al intenso tiroteo, tres hombres, una mujer y un niño enfrentaron a más de 40 bandidos y resistieron valerosamente: “Él se portó como todo un hombre, me llenaba los cargadores. Nosotros solo éramos tres y no podíamos movernos de allí. No sabíamos lo que estaba pasando afuera.”

Los bandidos, que pensaron celebrar, con puerco asado incluido, la victoria por anticipado, encontraron una férrea resistencia: “Carretero le preguntó a Felipe cuántos hombres custodiaban el cuartel. Tres, respondió este… ¡Qué va, tu me estás engañando, ahí hay como 20 milicianos”.

Durantes dos horas, un infierno de balas cubrió el caserío. En el combate murió el teniente de bandidos Rafael Lemus y otro resultó herido. La resistencia de los defensores del cuartel, junto a la acción de un pequeño grupo de refuerzo, obligó a los atacantes a retirarse del lugar sin lograr sus objetivos.

En su huída, los bandidos asesinaron a Fermín Rubén Vizcaya, herrero del poblado y al miliciano Eustaquio Calzada. También fueron quemadas las casas de 7 campesinos, la escuela, la tienda y la planta eléctrica.

Julio Emilio Carretero Escajadillo, el llamado Jefe del Estado Mayor de las bandas contrarevolucionarias y asesino de Manuel Ascunce, Pedro Lantigua y la familia Romero, junto al resto de los alzados encontraron en este intrincado punto de las montañas trinitarias una verdadera fortaleza:

“Temor no sentimos ninguno, confiesa Julio del Sol, no podíamos pensar en eso; la idea siempre fue defender el cuartel y no entregarlo a los enemigos. Solo había dos caminos, morir o vencer; y así lo hicimos”.

Aunque cienfueguero de nacimiento, Julio del Sol González decidió echar raíces por aquellos lares. Desde el intrincado poblado recordará por siempre estos sucesos que la historia recuerda como la defensa de Polo Viejo.