Primera Plenaria Nacional de la Asociación de Jóvenes Rebeldes de Cuba

Por: Rafael Novoa Pupo

Cada vez se hace más imperiosa la unidad de la juventud revolucionaria del país. Con ese reto y un importante aval por la labor desarrollada entre las más nuevas generaciones desde su constitución en 1959 por inspiración del Che, la Asociación de Jóvenes Rebeldes (AJR) comienza el 21 de octubre de 1960 en el teatro Payret de La Habana su Primera Plenaria Nacional, a la que invitan a las demás organizaciones representativas de los pinos nuevos.

En la cita se fusionaron en una sola organización – que continuó con el nombre de AJR- las organizaciones juveniles del Movimiento 26 de Julio, del Partido Socialista Popular y del Directorio Revolucionario 13 de Marzo, entre otras.

Isidoro Malmierca, entonces secretario general de la Juventud Socialista, anuncia su disolución, al plantear que los jóvenes cubanos han encontrado en la AJR ese camino de la unidad, como vehículo para trabajar mejor y más estrechamente unidos por nuestros ideales de defender y hacer avanzar a la Revolución.

A esa propuesta, responden afirmativamente todas las demás organizaciones. Aunque la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) aprobó el acuerdo de unidad e incluso suscribió el acta de integración, se decidió que mantuviera su personalidad política y jurídica en consideración a su histórica existencia.

En los años siguientes, como agrupación unitaria de la juventud cubana, la AJR se va desarrollando en la medida en que avanza y se fortalece la Revolución.

En 1962 es ya la indiscutible vanguardia entre las más nuevas generaciones de obreros, estudiantes y campesinos, pero se avecinan etapas superiores con otros contenidos de trabajo, y sobre ese reto va a referirse Fidel, el 4 de abril de 1962, al clausurarse en el entonces teatro Chaplin hoy Karl Marx, el Primer Congreso Nacional de la organización juvenil.

Allí, el Comandante en Jefe propuso, y los delegados acordaron por unanimidad, adoptar el nombre de Unión de Jóvenes Comunistas (UJC). Este cambio de denominación no constituía un mero formalismo, sino la expresión de la voluntad de la juventud cubana de construir el socialismo, aspiración que se mantiene hoy y que se patentiza en cada nuevo congreso de la UJC.

Con información de Revista Bohemia y Juventud Rebelde