Día de los Padres: sencillo pero emotivo

Algunas de las tarjetas postales que Correos de Cuba ha hecho circular por este Día de los Padres. Foto José Rafael Gómez Reguera/Radio Trinidad Digital..
Algunas de las tarjetas postales que Correos de Cuba ha hecho circular por este Día de los Padres. Foto José Rafael Gómez Reguera/Radio Trinidad Digital..

Desde la intimidad, o el agasajo más notorio, por público, Cuba festeja este Día de los Padres, sobreponiéndose a carencias, falta de electricidad y dificultades económicas, porque ellos, los héroes cotidianos de cada hogar, los que están y los que han estado, así lo merecen

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Por: José Rafael Gómez Reguera

Hoy es el Día de los Padres. O el Día del Padre, si lo singularizamos, como gusta a muchos, en ese deseo de que el suyo, el de cada cual, sea especial. Y ciertamente encuentro razón en ello, porque cada padre es, a su manera, único, irrepetible, y a veces hasta insuperable visto desde el amor y la bondad, sin que deje de ser humano.

En esta fecha, pido permiso para alejarme de lo que cada año decimos, porque la pandemia de la COVID-19 no nos ha puesto las cosas fáciles. Tampoco las circunstancias de este mundo complejo y desigual en el que nos ha tocado vivir, con una inflación galopante que tiene muchas aristas para el análisis.

La economía del país se resiente, los bolsillos flaquean y escasean oportunidades de comprar un regalo sencillo. De manera que esta vez quizás un beso y un abrazo sean las formas de decir «te quiero mucho«. Y una felicitación hogareña, una llamada telefónica o a través de las redes. La pandemia queda atrás, pero no sus nefastas consecuencias.

Más si bien muchos podemos gozar de esa compañía paterna, mientras otros sumamos nostalgias, recuerdos y hasta tristezas por quienes ya no nos acompañan, hay otros que continúan su bregar cotidiano, incansable.

A ellos dedico mis letras, pues en su desempeño, están altos valores que la patria inculca,  ese altruismo inapreciable, capaz de enfrentar feroces campañas de descrédito que se estrellan cuando un «gracias» se hace bandera, y en cualquier lugar, pese a las barreras idiomáticas, las sonrisas florecen, anida la satisfacción, la mirada brilla, como el mejor de los regalos, el mejor de los premios.

Así, también, surge ese recuerdo emocionado por los padres que ya no nos acompañan, por los abuelos que partieron, muchos de ellos sin siquiera poder despedirse. Para ellos el beso  y el recuerdo eternos.