
Por: Ana Martha Panadés Rodríguez
Orlando Hernández Villazón, Coco, como le conocen, regresa siempre al sitio donde encontró los dos cuerpos masacrados: “Fue un crimen horrendo”, recuerda el miliciano que no soportó ver al joven maestro y al campesino colgados del árbol antes que llegara el juez instructor del caso, Rubén Zayas Montalbán.
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