Pirri: el alma del patinaje espirituano

 La mejor patinadora de todos los tiempos en Sancti Spíritus, Hayla de la Caridad Brunet junto a su entrenador de toda la vida, el Pirri.
La mejor patinadora de todos los tiempos en Sancti
Spíritus, Hayla de la Caridad Brunet junto a su entrenador de toda la
vida, el Pirri.

Por: Joaquín Gómez Serra

El patinaje de Sancti Spíritus y de la Villa Patrimonio de la Humanidad está de luto. Falleció repentinamente Lázaro Ernesto García Gómez, o sencillamente, el Pirringui, como le apodaban los niños y niñas que cada día entrenaba en el patinódromo de los Olivos y que también les aportaba su experiencia a los miembros del equipo de patinaje de velocidad Los Ángeles de Trinidad.

OTROS MATERIALES DEL ÁMBITO DEPORTIVO

Recréate en casa en verano deportivo olímpico
Juegos Olímpicos Tokio 2021: ¿Qué puede esperar Cuba del taekwondo y el tenis de mesa?
Yoanki Mencía a preclasificatorio de Americacup 2022 de baloncesto
INDER de Sancti Spíritus analiza en videoconferencia nacional actividades en tiempos de pandemia
Celebrarán en Trinidad de forma virtual Día Olímpico

Como dice Elsa María Quintero en su perfil de Facebook: “dejaste atrás una familia, con tu partida todos lloramos. Fuiste y serás el mejor entrenador que conocí, con tus anécdotas alegrabas a todos. Siempre te llevaremos en el corazón, no dejaremos que tu espíritu se vaya porque se quedó con nosotros”.

Su muerte repentina a consecuencia de un trombo llenó de luto al patinaje y al deporte en Sancti Spíritus. Lo conocí desde que éramos vecinos, crecimos y lo vi desarrollarse por los lares de la calle Agramonte. Allí con su andar pausado y callado, nadie se podía imaginar que Lázaro Ernesto García Gómez, o sencillamente, el Pirri, tenía el don de los elegidos, de esos que nacieron para trabajar y soñar por una causa.

Y la de él, fue, es y será, desde lo más alto del cielo, el patinaje de velocidad. Todos los éxitos de los bólidos sobre patines en la tierra del Yayabo tienen su puño y letra. El Pirri, siempre fue un soñador. Junto a Rosa Alba Caballero, por entonces la comisionada provincial, fraguó por los años 90 aquella cimiente, que mañana tras mañana, le impregnaban velocidad a sus patines en la Avenida de los Mártires, ya que por entonces, sus alrededores y sus calles eran sus fieles confidentes.

Y desde entonces, el Pirri se convirtió en el brazo derecho de Rosa Alba. Ellos dos, junto a sus niñas, niños, y a los padres de esos gigantes que se caían, y se raspaban sus brazos y rodillas, se “levantaron” para lograr, reinar en Cuba durante más de una década. Como entrenador principal del conjunto Sancti Spíritus trabajó muy de cerca con Yoelvis Pereira, guía principal del elenco Ángeles de Trinidad.

Más de 100 medallas avalan los triunfos del Pirri como entrenador. Para lograrlo, se convirtió en el brazo derecho de esos padres, que sin poder, ahorraban, y sacaban el kilo de sus bolsillos para comprar los patines, las gomas, las coderas, en fin, los implementos deportivos de sus bólidos sobre patines.

Por eso, todos se alegraron, rieron y se aunaron  como una gran familia en la construcción del Patinódromo de los Olivos, su instalación de lujo, y que con su pro y sus contras, los convirtió en campeones nacionales de Juegos Escolares y Juveniles, torneos selectivos y Copas Cuba, forjando, primero a Yamila Pita, nuestra inicial medallista, y más tarde a la mejor patinadora de todos los tiempos de esta isla, la internacional Hayla de la Caridad Brunet.

Y tras el relevo de Rosi, Madelaine tomó la batuta como comisionada, y el Pirri siguió fraguando su estirpe como el mejor entrenador de la Mayor de las Antillas en el patinaje de velocidad. Con una trilogía de lujo, que formaron Rosi, el Pirri y Madelaine, nacieron luminarias del patinaje como Rocío del Alba, Melissa Baguet, Jonathan Hernández, Saday Raya, Elsa María Quintero, Enmanuel Caballero, Dayron Robles y Magela Pina, por sólo mencionar algunos.

En las redes sociales, el trinitario Dayron Robles le expresó su último adiós.  “Es muy fuerte esta verdad, siempre te recordaremos. Nos hiciste cumplir sueños, nos aconsejaste, fuiste buen amigo, buen educador, buen padre. Coño Pirri, no tengo palabras para expresar”.

De una forma o de otra, todos lo quisieron, porque sencillamente forjó una familia durante su vida, De sus 53 años, 26 los dedicó en alma, corazón y vida al patinaje de velocidad. Por eso, el tintineo de los patines, guiados por sus niñas y niños, siguió a su cortejo fúnebre hasta el cementerio de Sancti Spíritus.

Y en su adiós definitivo desde la distancia, allá por el Viejo Continente , la espirituana Hayla de la Caridad Brunet, varias veces recordista nacional y séptimo lugar en los Juegos Centroamericanos de 2014, le despidió: “Hoy me despierto con una terrible noticia, El Pirri, como todos le decían se ha ido. Mi entrenador de toda la vida, un gran amigo que aún en la distancia seguía dándome sus consejos, era como un padre, siempre conté con su apoyo para todo. Te voy a extrañar demasiado, descansa en paz”.