Este 26 de mayo, el Museo Romántico de Trinidad arriba a su cumpleaños 49. Casi medio siglo de existencia, en el corazón del Centro Histórico de la Ciudad Museo del Caribe, da fe de su valía, como símbolo de nuestra historia
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El Museo Romántico, otrora Palacio Brunet, inaugurado el 26 de mayo de 1974, se encuentra en el corazón del casco histórico de la ciudad de Trinidad, a un costado de su Plaza Mayor. Este palacete, propiedad de una de las familias más ricas de la época colonial, los condes de casa Brunet, se terminó de construir en el año 1808 y en el presente es una de las joyas arquitectónicas más visitadas en Cuba, guardiana de abundantes reliquias de la cultura de la refinada sacarocracia trinitaria.
Historia
Comenzada a construir en el siglo XVIII, la vivienda No. 52 de la calle Cristo perteneció a varias familias ilustres de la ciudad. La planta baja data de 1740 y se conoce como la vivienda de la familia Silva y Álvarez Travieso hasta 1807, cuando es comprada por José Mariano Borrel y Padrón, quien manda a construir la planta alta en 1808. Heredada por su hija, Ángela Borrell y Lemus, fue habitada por su familia hasta 1857, año en que se marchan a España. El inmueble tuvo varios usos hasta que fue adquirido por la Asociación Pro Trinidad en el año 1945 y, restaurado parcialmente, sirvió como sede de esta asociación hasta el año 1964, en que se inician los trabajos de reparación capital, para finalmente ser convertido en museo. El palacio Brunet, inaugurado como Museo Romántico el 26 de mayo de 1974, fue la primera edificación de la Villa que adquirido este carácter institucional. Atesora una de las más valiosas colecciones de artes decorativas de Cuba y recrea con autenticidad el ambiente decimonónico de la ciudad.
Arquitectura
El Palacio Brunet, junto con las Casas de Iznaga, de Béquer, de Cantero y de Borrell, conforman un conjunto de viviendas a las que la tradición oral ha otorgado el rango de “palacios” por la magnificencia de su ornato y ajuar, así como por la magnitud de su escala arquitectónica en relación con la de la vivienda trinitaria media. Constituye un ejemplo de la arquitectura doméstica de los siglos XVIII y XIX. En opinión de los historiadores los grandes hacendados rivalizaban con la estructura que le imprimían a sus mansiones y dedicaban grandes cantidades de dinero a levantar edificios en los que se destacaban el patio, las paredes o los pisos.
El Palacio del Conde Brunet se distinguió por el patio andaluz, que en esa época fue considerado como el más bello del país caribeño. La casona conserva en la arquitectura de la planta baja características del estilo mudéjar y en la superior, las líneas arquitectónicas corresponden al neoclásico. Se distinguen la fachada de grandes arcos sobre pilares que dan forma al portal, el pavimento de mármol, el balcón volado con decorada reja de hierro.
Colecciones
El espacio museográfico está dispuesto en salas, recibidores, comedores principales, comedores pequeños para usos especiales, salones de estar, dormitorios, baño y letrina, como las viviendas típicas. 14 salas expositivas reúnen una amplia muestra de muebles y exquisitas piezas -vajillas, platería, lencerías, alacenas de cedro, porcelanas y cristales de las más afamadas fábricas europeas, Limoges, Maissen, Bohemia, Murano, Bacarat, Sevres– signo del esplendor que rodeaba a la élite social de la ciudad en el período colonial, sobre todo entre los años 1830 y 1860. De este conjunto, se distinguen algunos objetos, como la cama española de bronce y nácar y el armario francés de 1852 que se encuentran en el dormitorio; una vitrina alemana de Meissen en cuyo interior se exhibe una pluma de oro y rubíes y variados objetos de nácar, marfil y porcelana; el escritorio que data de la época de María Teresa de Austria, conservado en perfecto estado. Constituyen también una singularidad admirable las pinturas murales que decoran las paredes del Palacio y el mobiliario construido por maestros ebanistas de la época con influencias del estilo imperio puro inglés y norteamericano, en los cuales puede verse la sustitución del típico tapizado por la pajilla, más adecuada al clima de la Isla. (Ecured)