Por: José Rafael Gómez Reguera
Trinidad, la Tercera Villa fundada por los españoles en Cuba en el ya lejano enero de 1514, es de esas ciudades de las que uno, irremisiblemente, tiene que enamorarse. Sus lugareños la adoran. Quienes llegan desde otros lares no pueden desprenderse de la hospitalidad de sus gentes, además de las bellezas arquitectónicas que la han singularizado hasta convertirla en Monumento Nacional de la República de Cuba y Patrimonio Cultural de la Humanidad e importante destino turístico de la Mayor de las Antillas. Por ello retornan una y otra vez, hechizados.
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Contrario a lo que ha sucedido en otras partes del orbe, donde el auge de la industria del ocio ha arrasado con los valores identitarios, y lo comercial no se detiene ni ante los sitios que pudieran considerarse sagrados, Trinidad conserva su peculiaridad en casas, palacios y palacetes, calles, parques, alamedas, plazas y plazuelas. Y no solo son esas hermosas calles empedradas, sino todo cuanto está en derredor.
Ejemplo elocuente de ello es la labor que se desarrolla en el Valle de los Ingenios, para que las antiguas haciendas azucareras renazcan y se conviertan en instalaciones que tributen a la cultura, al turismo, al conocimiento… Junto a las necesarias opciones gastronómicas y de alojamiento que aparecen, se mantiene ese amor por la conservación del entorno natural, por el buen gusto. En paralelo, nuevas fuentes de empleo aparecen con esa necesaria combinación de juventud y experiencia.
Quienes llegan a la Villa del Táyaba, la encuentran más hermosa que antes. No porque surjan nuevas edificaciones, que también sucede, sino porque las que existen son sometidas regularmente a costosas acciones de conservación y restauración, unas veces de la mano de especialistas de la Oficina del Conservador de Trinidad y su Valle de los Ingenios. Otras de los propios moradores, de esos trinitarios que se enorgullecen de su antigua ciudad y quieren verla cada vez más linda.
El auge del sector no estatal ha aportado lo suyo en esta labor. Restaurantes, hostales, galerías y cafeterías, entre otros, apuestan por un entorno amigable, limpio, donde se den la mano todo lo que el hombre ha sido capaz de crear en estos más de cinco siglos, con lo necesario, dentro de la modernidad, para ofrecer un buen servicio. Siempre hay cambios, obvio, aunque de menor envergadura. Es una ciudad viva.
Quien llega a Trinidad sabe que no arriba a una ciudad encristalada, con preeminencia para el concreto, el metal o los lumínicos fulgurantes. Tampoco esa es la ciudad que busca. Quiere adentrarse por sinuosas callejuelas, sentir el cantío de un gallo al amanecer, disfrutar de la luz de las estrellas cuando cae la noche (algo bien raro en el mundo moderno), adueñarse de la semipenumbra en tanto, cerca, parpadean lámparas antiguas; saberse vivo en un mundo mágico.
El desarrollo del turismo no está reñido con el cuidado medioambiental, y la destrucción de zonas de profunda vegetación o la sobreexplotación de los litorales y, en especial, de las playas. La existencia de varios hoteles, desde décadas anteriores, y ahora la construcción de otros, de mayor capacidad y excelencia en los servicios, así lo demuestran. Celosas son las normativas del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (CITMA) en este ámbito.
En este Día Mundial del Turismo, cuando Trinidad acoge a los participantes en el 12º Evento Internacional de Turismo de Naturaleza 2019, vale resaltar la labor concienzuda desplegada tanto en lugares aledaños al mar como en los que ya prestan servicio en el Valle de los Ingenios, o en la montañosa zona de Topes de Collantes. A ellos llega el TURNAT 2019 para, a partir de entonces, poder promocionarlos, al exponer las experiencias vividas al compás del senderismo, los recorridos fluviales, la observación de aves, y atractivas propuestas como canopy, canyoning o barranquismo, kayak, buceo, snorkeling y la pesca deportiva, entre otros muchos.
Entonces, concordemos en que el turismo toma cuerpo en Trinidad, diversifica sus ofertas, refuerza las ya existentes, y se muestra optimista, como los propios moradores de la Ciudad Museo del Caribe, quienes no se detienen ante la todavía cercana declaratoria como Ciudad Artesanal del Mundo y van en pos de esa añorada condición de Ciudad Gastronómica, impulsada con los eventos Trinidad Gourmet, el exitoso de 2018 y el ya cercano previsto para octubre de este 2019.
Así se hace realidad en Trinidad de Cuba, como en el resto de la Isla, el lema del Día Mundial del Turismo 2019: Turismo y empleo: un futuro mejor para todos.