Remembranza por La Habana

Capitolio Nacional de Cuba. Foto: Internet

Por: Alipio Martínez Romero

Eterna novia del mar, sonríes a la vida con la luz de la luna y de las estrellas cual una dama bañada por el litoral. Abanicada por mujeres de belleza sin igual, detienes al caminante al adornar el paisaje con un místico árbol, mientras todos nos sentimos tuyos.

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Invitas a soñar con tu historia, leyendas y tradiciones de piratas y corsarios, a bardos, cantores y periodistas cautivos de tu belleza, de la brisa de invierno y el trinar del tocororo en las noches de marfil y coral.

Eres la mezcla criolla entre Habaguanex, cacique taíno, y los ancestros de San Cristóbal de La Habana, el santo patrón. Floreces bautizada por el Cristo de la colina, con el nombre sagrado de Perla de las Antillas, Ciudad Maravilla, Patrimonio mundial y Creativa, por tus contagiosos y encantadores ritmos de la música cubana que deleitan al mundo.

El capitolio iluminado. Foto: Internet

Existes reflejada en la rumba y el guaguancó de solares, en las creencias de Regla y Guanabacoa, en los recorridos del Caballero de París, en la bella Macorina, en La Giraldilla símbolo del amor, en las frases de acere, que volá; en las vueltas obligadas a la ceiba frondosa del Templete, en el lente del Capitolio y lo espectáculos de Tropicana, en el embajador Havana Club, el genuino ron de Cuba.

Majestuosa, impresionas con la muralla que protegió tus tesoros, el Prado con sus leones, tus hermosas playas, los misterios de la Necrópolis Cristóbal Colón. “Mi hermosa Habana, pervive cantada por Los Zafiros, en los balcones tendidos con las sábanas blancas y en los desvelos del historiador por conservarte, seductora, junto a tus hermanas villas, entre ellas Baracoa y Trinidad.

En primer plano la fuente de La India o de La noble Habana. foto Granma.

Rejuvenecida, vives en tus monumentos, en el Estadio Latinoamericano, en el Malecón de enamorados, en La Rampa, en la estatua de los 8 estudiantes de Medicina, en la de Maceo, y la de Martí en la Plaza de la Revolución, iluminada por las imágenes del Héroe de Yaguajay con su sonrisa amplia, y la de Ernesto Che Guevara con la estrella de su boina negra con la estrella de futuro.

Renaces en la Universidad con Julio Antonio Mella,  en la lucha clandestina de jóvenes rebeldes, en Radio Reloj, en el Palacio Presidencial, en la entrada triunfante de Fidel junto a Camilo aquel amanecer de enero victorioso, en sitios emblemáticos como L y 23, o en la soberana Tribuna Antiimperialista. Entonces al compás de una canción “Me voy a visitar a esa bella dama”.