COVID-19 en Trinidad de Cuba: a un año de estar conviviendo con un enemigo invisible y letal

Composición: José Rafael Gómez Reguera

Por: José Rafael Gómez Reguera

Cuando el 11 de marzo de 2020 fueron detectados en Cuba los primeros casos del SARS-CoV-2, causante de la COVID 19, precisamente en la ciudad de Trinidad, todos sabíamos que estaríamos lidiando, por largo tiempo con un enemigo muy peligroso, invisible y letal. Pero quizás no aquilatamos, en toda la extensión de la frase, cuánto tendríamos que afrontar.

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Cierre de escuelas y centros de trabajo, modificaciones de las rutinas diarias en aquellos que se mantuvieron funcionando, temores cuando de cumplir con obligaciones impostergables se trata, nervios a punto de estallar, cientos de miles de profesionales dedicados a cuidar de los demás, enfermos y sospechosos; dolor ante pérdidas irreparables, investigaciones a toda marcha en pos de salvadoras vacunas…

Marzo de 2020 comenzó a trastocarlo todo. Las alarmas se encendieron en una ciudad turística por excelencia, codiciada por agencias y turoperadores, puesta en los planes de quienes querían darse un chapuzón no solo en las azules y cálidas aguas caribeñas, sino también en un mar de opciones culturales, deportivas y recreativas avaladas por la condición de Monumento Nacional de la República de Cuba, Patrimonio Cultural de la Humanidad. Ciudad Artesanal del Mundo y Ciudad creativa del orbe…

Lo que parecía imposible, lo consiguió un coronavirus que traspasó fronteras y llegó en las personas de turistas alojados en un hostal trinitario, a quienes siguieron otros casos locales, en una primera etapa; luego, la infausta noticia de que se declaraba la transmisión local en el hotel Village Costasur y la Agencia Taxis Cuba. Y desde entonces, una larga cadena de contagios y sospechosos.

Aunque el pasado año nos puso en vilo a todos, no caben dudas de que lo que va de 2021 ha superado con creces todas las cifras, a punto de que las autoridades consideran que atravesamos por un momento bien complejo de la epidemia, con una preocupante dispersión del SARS-CoV-2 tanto en zonas urbanas como rurales.

Para probarlo, valen las estadísticas que publica el sitio Prosalud Trinidad, el cual da cuenta de que en los últimos tres días (8, 9 y 10 de marzo),  el municipio ha reportado 38 casos positivos de la COVID-19, de ellos 13 del sexo femenino y 25 del sexo masculino. Del total, 5 menores de 18 años; 8 entre los 18 y los 35 años de edad;  16 casos comprendidos entre los 36 y los 59 años de edad, y 8 mayores de 60 años.

Los casos positivos de esta etapa se localizan en las comunidades rurales de Caracusey, Condado, Meyer, FNTA, Manaca-Iznaga, La Media Legua, Casilda, y obviamente la ciudad de Trinidad, siempre según esa fuente.

Con cierres en la principal actividad económica del territorio, el turismo, aunque la vista puesta en el cumplimiento de las medidas de protección, además de las vacunas en fase III y otras acciones, Trinidad ha visto caer en picada su movimiento no solo de visitantes foráneos (aunque algunos han decidido darse una vueltecita por estos lares a pesar de todo), sino también de los nacionales, mucho más cuando el alza de contagios ha crecido y los cierres de unas provincias con otras están a la orden del día.

En Trinidad es menester arreciar en las medidas para evitar contagiarnos de la COVID-19. Foto: Ana Martha Panadés / Radio Trinidad.

No es necesario recalcar cómo se han  limitado o suspendido las principales labores económicas, la gastronomía ha vuelto a su “solo para llevar”, con las afectaciones para sus trabajadores, y el curso escolar volvió a detenerse, con las lógicas preocupaciones para los maestros y profesores y toda la familia, abocados a las teleclases (apartir del 15 de marzo), a lo irregular de estudiar en casa. Ello demanda extraordinarios esfuerzos de todos los implicados en pos de que las materias sean asimiladas a un elevado porcentaje.

El transporte dejó de ofrecerse, y solo en casos extremos, y con autorización de las autoridades competentes, puede salirse de la localidad a gestiones impostergables, en tanto hasta un funeral debe teñirse de soledad pues resulta imposible admitir muchas personas para un último adiós a esos seres queridos que nos abandonan por ley de la vida, ni tampoco extender en el tiempo el velatorio.

Muchos otros ejemplos de cómo nos afecta la pandemia podrían indicarse, aunque casi sería como llover sobre lo mojado. En reiteradas oportunidades se ha escrito sobre el tema, a pesar de que, lamentablemente, algunos no terminan de concientizar que, por el momento, y a pesar de los avances de la ciencia, la vacuna más certera sigue siendo un grupo de medidas de protección individual y colectiva.

Entre ellas, el distanciamiento físico, el uso correcto del nasobuco (si es doble, mejor); el lavado correcto de las manos, el uso del gel hidroalcohólico o del hipoclorito de sodio al 1% para las manos, y soluciones jabonosas, y hasta en mayores concentraciones para los pasos podálicos, y sobre todo, salir de casa solo si es extremadamente necesario, bien protegidos, hacer colas organizadas y a distancia prudencial unas personas de otras…

La cifra de personas fallecidas durante todo este tiempo rebasa lo imaginado, e igual sucede con los probables contagios en niños y adolescentes, trabajadores de la Salud Pública…

Favorable ha sido la distribución del pan normado en las zonas con restricción de movimiento.

Todo deviene difícil de asimilar, y si bien los especialistas coinciden en afirmar que la sobredosis de información es perjudicial, resulta imposible no preguntar o saber de cuanto acontece en derredor, cuando se aprecia al transporte sanitario y su ulular por nuestras calles, personas vestidas con trajes verdes y caretas de pies a cabeza, teléfonos que nos informan de alguien cercano contagiado o sospechoso y por ello aislado, a la espera de las pruebas PCR…

La Tercera Villa de Cuba tiene este 11 de marzo una fecha con una fuerte carga negativa. Y se impone elevar la percepción de riesgo, entender la solidez de las medidas implementadas por  las autoridades nacionales y el Consejo de Defensa Municipal, y el por qué, además de cuidarnos y cuidar a quienes tenemos en derredor, hay que apoyar lo que la sociedad hace para que regresemos a cierta normalidad que nunca será igual, a los momentos de ocio y disfrute colectivo, a la posibilidad de disfrutar no solo de fiestas sino también encuentros  culturales, deportivos y recreativos, y hasta la opción de poder celebrar liturgias religiosas que, todo lo indica, volverán a estar signadas por lo sobrio, por lo mínimo…

Llegamos al primer aniversario de haber sido detectados los primeros casos de la COVID-en Cuba.  Esforcémonos porque no haya una segunda conmemoración en similares circunstancias.