Por: Ana Martha Panadés Rodríguez
El Hogar Materno de Trinidad constituye un sitio seguro para las futuras madres y sus bebés. El cumplimiento estricto de los protocolos sanitarios le han cerrado el paso a la COVID-19, aunque el riesgo siempre está presente. Bien lo sabe la doctora Irlenis Acosta Dalmau, al frente de la institución, quien recuerda el único incidente que puso en alerta a todo el sistema de salud.
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“Desde que la paciente llegó al hogar presentó algunos síntomas y de inmediato extremamos las medidas; ella fue trasladada a la capital provincial con un diagnóstico positivo confirmado, pero logramos cortar la cadena de contagios y proteger al resto de las gestantes hospitalizadas ni al personal médico y de enfermería.”
Entre las medidas que protegen a las gestantes ingresadas en el Hogar Materno de la ciudad -explica la doctora- figura el cese del horario de visita -de 1:30 de la tarde hasta las 8:00 de la noche antes de la pandemia-, así como el uso obligado del nasobuco por parte de las mujeres ingresadas, los trabajadores y todo el personal que accede al centro, además de las medidas para la desinfección de las manos y los pasos podálicos.
En el centro asistencial permanecen embarazadas que requieren recuperar peso o presentan otros riesgos como anemia, edades extremas, amenaza de parto pre término o embarazo gemelar. Allí reciben seguimientoy agradecen la entrega del colectivo que asegura la estabilidad de los indicadores, entre ellos el bajo peso del recién nacido y el parto pre término.
La doctora Irlenis asume con mucha responsabilidad el bienestar de las gestantes que se encuentran en la institución trinitaria y para ella resulta una labor “gratificante, pues después de una larga estadía las pacientes son parte de la familia; muchas incluso regresan con su bebé para agradecer nuestra atención, y eso, nos reconforta”.