Por: Ana Martha Panadés Rodríguez
Apenas son las nueve de la mañana y Yanelkis Hernández Pichs, Fiscal Jefe Municipal, aguarda en una de las salas habilitadas en el vacunatorio del Hospital de Trinidad a que transcurra el tiempo previsto para vigilar reacciones o eventos adversos. Es su tercera dosis de Abdala y muchas emociones se juntan cuando expresa su gratitud.
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“Mi primer pensamiento es de gratitud al gobierno cubanoque se ha propuesto inmunizar de manera gratuita a todo el pueblocontra una enfermedad que cobra ya millones de vida en todo el mundo; aquí hemos tenido una atención médica de excelencia, con todas las condiciones creadas. También siento mucho orgullo porque, a pesar de ser un país bloqueado, ha triunfado la inteligencia de nuestros científicos. El colectivo de la Fiscalía transmite un reconocimiento infinito a la obra de la Revolución y al personal de la salud del centro asistencial y de todo el país.”
Mientras señala su brazo y la certeza de una victoria ganada a la pandemia, Marlines Hernández Mollineda, vicefiscal del municipio, siente mucha confianza ahora que se encuentra casi a las puertas de la inmunización frente a la enfermedad, aunque recomienda no descuidar ninguna de las medidas higiénico-sanitarias; “ahora debemos cuidarnos mucho más”, sostiene y aclara: “la aplicación de la vacuna no es dolorosa, además, el personal sanitario realiza el proceder con mucho amor y profesionalidad.”
Después de administrar la tercera dosis a los trabajadores de la Fiscalía de la sureña localidad, el equipo de trabajo del vacunatorio del Hospital trinitario concluyó satisfactoriamente su misión. En el recuento la emoción desborda las palabras de las licenciadas Marisely Suárez Benítez y Yamilé Naranjo Suárez, las dos enfermeras que administraron la formulación cubana.
“Vivimos una experiencia inolvidable, muy bonita, con la atención siempre en el paciente, preguntando cómo se siente. En mis 21 años de desempeño profesional es una de las mejores vivenciasque guardaré siempre para contar a mis hijos y nietos” -comenta Marisely y su compañera la apoya: “en esta inmunización va también el esfuerzo de nuestros científicos, del gobierno y del pueblo cubanos”- asevera esa seño entusiasta que confeccionó una muñeca con uniforme de enfermera y una frase que acompañó todo el proceso: “Yo si me vacuno con Abdala”.
Trinidad concluye favorablemente el estudio de intervención; en uno de los puntos de vacunación del territorio, el Hospital General Tomás Carrera Galiano, el humanismo y la grandeza de los profesionales de la salud devienen el más apropiado de los epílogosde una historia que tiene por nombre Abdala.