Excursión al Valle de los Ingenios de Trinidad, Cuba: una singular experiencia (+ Fotos)

Valle de los Ingenios de Trinidad, Patrimonio Cultural de la Humanidad, con una exuberante vegetación. En la imagen, la Historiadora Oficial de Trinidad, Bárbara Oneida Venegas Arboláez, ofrece pormenores del lugar, como hizo, posteriormente, en cada punto de la excursión. Fotos: José Rafael Gómez Reguera/Radio Trinidad Digital.
Valle de los Ingenios de Trinidad, Patrimonio Cultural de la Humanidad, con una exuberante vegetación. En la imagen, la Historiadora Oficial de Trinidad, Bárbara Oneida Venegas Arboláez, ofrece pormenores del lugar, como hizo, posteriormente, en cada punto de la excursión. Fotos: José Rafael Gómez Reguera/Radio Trinidad Digital.

El Valle de los Ingenios, Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO junto con la ciudad de Trinidad, una vez recobrado su verdor de antaño, y con acciones de recuperación y restauración de varios de sus sitios patrimoniales de mayor valía, es desandado cada viernes por excursionistas que descubren o redescubren estos hermosos parajes Seguir leyendo

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Casa-hacienda Buena Vista, reacondicionada para prestar servicios al turismo en un ambiente de lujo. Foto: José Rafael Gómez Reguera/Radio Trinidad Digital.
Casa-hacienda Buena Vista, reacondicionada para prestar servicios al turismo en un ambiente de lujo. Foto: José Rafael Gómez Reguera/Radio Trinidad Digital.

Por: José Rafael Gómez Reguera

Sin las riquezas que en su momento produjo el Valle de los Ingenios, Trinidad no fuera esa princesita del Caribe que todos conocemos, elegante, hermosa y opulenta. La mano de obra esclava creó fortunas como la de Don Mariano Borrell y Lemus, el más rico de esta zona del centro sur de Cuba y uno de los de mayor poder económico en la Isla. Igual sucedió con otros personajes trinitarios.

Ellos explotaron las áreas que conforman el actual Valle (en realidad una unión de otros de diversa denominación), y pudieron edificar mansiones señoriales rodeadas de sembradíos de cultivos varios, ganadería y de caña de azúcar, cerca de los ríos o con suficientes pozos para sus necesidades laborales y domésticas, sin descuidar la construcción de los conocidos aljibes, capaces de almacenar agua de lluvia con iguales fines.

Grandes y chicos disfrutan de las bellezas de la casona de Buena Vista. Foto: José Rafael Gómez Reguera/Radio Trinidad Digital.
Grandes y chicos disfrutan de las bellezas de la casona de Buena Vista. Foto: José Rafael Gómez Reguera/Radio Trinidad Digital.
Una de las habitaciones destinadas al alojamiento en Buena Vista. Foto: José Rafael Gómez Reguera/Radio Trinidad Digital.
Una de las habitaciones destinadas al alojamiento en Buena Vista. Foto: José Rafael Gómez Reguera/Radio Trinidad Digital.

Las casas-haciendas del valle asombran a siglos de surgir, y no pocas de ellas han sido objeto de acciones para rescatarlas del deterioro acumulado y ponerlas en función de mostrar, con sencillos montajes museográficos, cómo eran en sus orígenes, las pinturas murales, muebles de época, algunos originales; lámparas, espacios amplios y frescos en cuartos y habitaciones dedicadas a oficinas o capillas para la práctica religiosa de la casa…

Son niños y adolescentes la mayor parte de los excursionistas en estos recorridos organizados por el Centro de Promoción Cultural de la Oficina del Conservador de Trinidad y el Valle de los Ingenios de Trinidad. Foto: José Rafael Gómez Reguera/Radio Trinidad Digital.
Son niños y adolescentes la mayor parte de los excursionistas en estos recorridos organizados por el Centro de Promoción Cultural de la Oficina del Conservador de Trinidad y el Valle de los Ingenios de Trinidad. Foto: José Rafael Gómez Reguera/Radio Trinidad Digital.

De eso y mucho más se conoce mediante los recorridos veraniegos que cada viernes organiza el Centro de Promoción Cultural de la Oficina del Conservador de Trinidad y el Valle de los Ingenios, ajustándose al tiempo, con salidas desde el parque Céspedes, una primera parada en el Mirador ubicado en la conocida como Loma del Puerto y desde donde se observa tanto el propio valle como el área citadina y el litoral, y estancias en Buena Vista, Guachinango, Guáimaro, San Isidro de los Destiladeros, el antiguo central Trinidad (luego denominado FNTA), y Manaca-Iznaga y su imponente torre-mirador, símbolo oficial de Trinidad, donde se concluye con opcionales gastronómicas en el restaurante que ocupa la casona colonial, atendida por Palmares.

Muy hermosa y cargada de historias y leyendas, la hacienda Guáimaro, del poderoso Marqués de Guáimaro, Don Mariano Borrell y Lemus, el más rico de Trinidad y uno de los de mayor fortuna de Cuba. Foto: José Rafael Gómez Reguera/Radio Trinidad Digital.
Muy hermosa y cargada de historias y leyendas, la hacienda Guáimaro, del poderoso Marqués de Guáimaro, Don Mariano Borrell y Lemus, el más rico de Trinidad y uno de los de mayor fortuna de Cuba. Foto: José Rafael Gómez Reguera/Radio Trinidad Digital.
Uno de los interiores de la hacienda Guáimaro. Foto: José Rafael Gómez Reguera/Radio Trinidad Digital.
Uno de los interiores de la hacienda Guáimaro. Foto: José Rafael Gómez Reguera/Radio Trinidad Digital.

Dondequiera que uno va, se impone dejar constancia gráfica del paisaje, las construcciones, sus valores arquitectónicos y las iniciativas económicas locales, mientras los guías informan de manera general sobre los orígenes de las casonas, la historia familiar, costumbres y tradiciones, y cómo esa riqueza allí conseguida hizo posible que Trinidad, Tercera Villa de Cuba, deviniera un emporio urbano singular, con palacios y palacetes que llegan hasta nuestros días y que no eran otra cosa que la extensión del capital acumulado en la producción azucarera y sus derivados, y obviamente su ulterior comercialización. Ese poder también propició los títulos nobiliarios que la Corona española concedió a la sacarocracia trinitaria, o se los vendió, en algunos casos.

Algunos sitios de este recorrido proporcionan mayor satisfacción que otros porque, a no dudarlo, falta información escrita y visible de las áreas, sin que ello incida negativamente en los valores patrimoniales. Otros, como el propio FNTA, distan mucho de ser, como se anuncia, un Museo del Azúcar, pues la nave principal prácticamente está vacía y sin exponentes; otras zonas tienen motores, rotores, esteras y transportadoras, pero sin que el visitante conozca qué utilidad tenían. Y sí, se puede acceder a zonas altas y conseguir visuales atractivas, pero no mucho más.

Vista parcial de la zona donde funcionara el último central azucarero del Valle de los Ingenios, el FNTA, denominado anteriormente “Trinidad”. Foto: José Rafael Gómez Reguera/Radio Trinidad Digital.
Vista parcial de la zona donde funcionara el último central azucarero del Valle de los Ingenios, el FNTA, denominado anteriormente “Trinidad”. Foto: José Rafael Gómez Reguera/Radio Trinidad Digital.
Silenciosas, las altas chimeneas del antiguo central FNTA de Trinidad, que detuvo sus máquinas tras la última zafra de la etapa 2003-2004. Foto: José Rafael Gómez Reguera/Radio Trinidad Digital.
Silenciosas, las altas chimeneas del antiguo central FNTA de Trinidad, que detuvo sus máquinas tras la última zafra de la etapa 2003-2004. Foto: José Rafael Gómez Reguera/Radio Trinidad Digital.
Vista del FNTA desde una de sus zonas más altas, devenidas miradores. Foto: José Rafael Gómez Reguera/Radio Trinidad Digital.
Vista del FNTA desde una de sus zonas más altas, devenidas miradores. Foto: José Rafael Gómez Reguera/Radio Trinidad Digital.

Sin alguien que guíe e informe, y sin carteles, solo la locomotora de aspecto colonial, los restos dispersos bajo la lluvia y el sol, y las altas chimeneas, ahora silenciosas, informan que usted está en el Museo del Azúcar del Valle de los Ingenios. Pero desconocerá qué significaron los trapiches e ingenios que proliferaron en el Valle, las tecnologías usadas y cómo fueron mejoradas; cuántos productos aportaron y en qué cuantía, cuántos esclavos hacían posible estas zafras azucareras de la etapa colonial, y quiénes fueron los que mayor riqueza acumularon a lo largo de esos siglos, hasta culminar precisamente en el central FNTA, cuyas máquinas se detuvieron tras una última zafra en 2004, según informa Ecured. La excepción está en Guáimaro, donde tanto los datos aportados por las compañeras de la casa-hacienda, como la información gráfica, son elocuentes.

Torre de Manaca-Iznaga, en cuyo derredor proliferan artesanos locales en singular conjunción entre la vetusta construcción y la conservación de nuestras mejores tradiciones artesanales. Foto: José Rafael Gómez Reguera/Radio Trinidad Digital.
Torre de Manaca-Iznaga, en cuyo derredor proliferan artesanos locales en singular conjunción entre la vetusta construcción y la conservación de nuestras mejores tradiciones artesanales. Foto: José Rafael Gómez Reguera/Radio Trinidad Digital.
Vista parcial de los alrededores de la antigua casa-hacienda de Manaca-Iznaga. Foto: José Rafael Gómez Reguera/Radio Trinidad Digital.
Vista parcial de los alrededores de la antigua casa-hacienda de Manaca-Iznaga. Foto: José Rafael Gómez Reguera/Radio Trinidad Digital.

A pesar de ello, los recorridos incitan al conocimiento, sobre todo si como en este último, se dispone de alguien conocedor del tema como la Historiadora Oficial de Trinidad, Bárbara Oneida Venegas Arboláez, un verdadero lujo para desentrañar la historia trinitaria y saber más de dónde vinimos y por qué cultura, historia y patrimonio, son bases fuertes de nuestra nacionalidad. Y empinarnos para que las futuras generaciones sepan de nuestros orígenes y de nuestro orgullo como cubanos.

El restaurante Manaca-Iznaga, de Palmares, ofrece muy buen servicio gastronómico, como magnífico colofón de la excursión al Valle de los Ingenios, de Trinidad. Foto: José Rafael Gómez Reguera/Radio Trinidad Digital.
El restaurante Manaca-Iznaga, de Palmares, ofrece muy buen servicio gastronómico, como magnífico colofón de la excursión al Valle de los Ingenios, de Trinidad. Foto: José Rafael Gómez Reguera/Radio Trinidad Digital.