Por: José Rafael Gómez Reguera
Luego de varias sesiones teóricas en el Iberostar Heritage Grand Trinidad, trasladar la parte teórica y fundirla con vivencias palpables en la hacienda Guachinango, del Valle de los Ingenios; concursos de culinaria y coctelería, una inédita Cena en Blanco, cenas gourmet en la Plaza Mayor, y la feria gastronómica que ocupó números espacios del Centro Histórico, este 27 de octubre cierra sus puertas Trinidad Gourmet 2019, evento que va por su segunda edición y traza pautas para que la Tercera Villa de Cuba sea declarada Ciudad Gastronómica del orbe.
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Según se informó, Arnaldo y su Talismán serán los encargados de despedir casi toda una semana de diversas propuestas, con una presentación especial en la Factoría Santa Ana, complejo turístico radicado en la antigua Cárcel Real de Trinidad que ha ganado en notoriedad desde que fuera reabierto al público con restaurantes, cafeterías, parrillada, tiendas artesanales y de productos diversos, y un patio central apropiado para actuaciones de artistas invitados y el disfrute de los visitantes nacionales y foráneos.
A diferencia de la ocasión anterior en que todo se concentró en dos días, esta vez hubo suficiente tiempo no solo para las excelentes conferencias de especialistas del ramo, sino también para paneles en los que se expuso cómo se puede hacer realidad, en Trinidad, el lema que ha caracterizado al encuentro: De la tierra a la mesa, en pos de un desarrollo sostenible y sustentable para la gastronomía, con productos sanos y asequibles, además de ganancias netas para productores y consumidores.
La ciudad tiene en el Valle de los Ingenios zonas productoras de alimentos explotadas durante siglos, incluso famosas por la diversidad de viandas, vegetales, frutales y hortalizas que pueden allí obtenerse, además de la cría de ganado mayor y menor. Sobresale en el territorio no solo la cultura en el ámbito de los frutales, sino también los planes para potenciarlos que redundarán en beneficio de una alimentación saludable, ateniéndose a las normas de la agroecología que muchos abrazan.
Por ello ha sido muy acertada la sesión organizada en la hacienda Guachinango, una de las tantas que abundan en el Valle y a la que se suman la Casa Hacienda Guáimaro y la Hacienda Buena Vista, entre otras, donde los cañaverales reinaran años atrás. Devenida centro turístico con alojamiento incluido, Guachinango mantiene sus valores patrimoniales y reorienta su quehacer en el ámbito del ecoturismo o turismo de naturaleza, con numerosas potencialidades y no pocos adeptos en el mundo entero. TURNAT 2019 fue prueba elocuente de ello.
Allí no se hizo esperar el recibimiento y una hermosa fiesta campesina, tras un viaje en el tren turístico que posibilitó admirar el entorno rural y conocer sobre los proyectos concertados entre la Oficina del Conservador de Trinidad y su Valle de los Ingenios, el Ministerio de Turismo y las entidades constructoras que hacen posible la magia de la recuperación de inmuebles antiquísimos, con pleno respeto de sus valores patrimoniales.
Para nadie puede quedar dudas de que todo es posible cuando hay voluntad y conocimiento, dada la condición de Patrimonio Cultural de la Humanidad del Valle, otorgada por la UNESCO, pues las riquezas allí obtenidas, fundamentalmente mediante la producción azucarera, hicieron posible el esplendor de la Villa del Táyaba.
Premiaciones y reconocimientos pueden venir en esta jornada final. Pero por sobre ellos, en el orden individual y colectivo, vale el esfuerzo desplegado tanto por el sector privado como por el estatal, al exponer sus experiencias y participar en competiciones y la feria en sí y garantizar seis días intensos, en los que Trinidad ha resplandecido.
Ya se habla de una tercera edición de Trinidad Gourmet para 2020. Hagamos votos para que lo apreciado sirva de base para nuevos y mejores empeños. Y para que pronto, la condición de Ciudad Gastronómica del orbe sea una realidad. Méritos hay.